domingo, 14 de julio de 2013

Una de cal y dos de arena

Después de que el Concejo Deliberante de la Ciudad de Salta vergonzosamente rechazó la excelente propuesta del concejal Aroldo Tonini de convertir a localidad en un “Municipio Pro Vida”, la Justicia provincial, a través de dos decisiones, le puso un freno a tanta cínica e impúdica promoción del genocidio.

La Corte de Justicia de Salta, por un lado, rechazó los pedidos de inconstitucionalidad contra el decreto de Juan Manuel Urtubey que regula el tema de los abortos no punibles; el Gobernador, al emitir dicho decreto, pautó una serie de medidas para evitar que un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación termine provocando una masacre impune de inocentes (que es lo que quienes hicieron los pedidos de inconstitucionalidad pretendían). Los jueces recordaron que el derecho a la vida es preexistente a toda la legislación positiva y no se puede avanzar contra él sin quedar como un brutal genocida. Además juzgaron conveniente estipular algunas exigencias para realizarle un aborto a una mujer que afirma haber sido violada, salvaguardando así la vida del pequeño y bloqueando la posibilidad de que se genere una canilla libre de sangre inocente.

Por el otro lado, la misma Corte de Justicia de Salta acabó con el anhelo de un grupo de fanáticos del laicismo, que intentaban erradicar a la religión de las escuelas salteñas. Aquí la Justicia se lució. Señalaron que, de no impartirse educación religiosa en las escuelas, ello “perjudicaría a los niños de los sectores carentes de recursos que no pueden concurrir a una escuela privada o que viven en lugares alejados de los centros urbanos y cuyos padres, muchas veces por razones laborales, no tienen posibilidades de instruirlos en la religión.” Ello es totalmente cierto. El pedido de la Asociación por los Derechos Civiles (la ONG que hace campaña en contra de la presencia de lo religioso en las escuelas) estaba sustentado en la idea de que la religión es un apéndice en la vida de las personas, cuando en realidad, por motivos antropológicos, es sabido que es todo lo contrario.

Si los políticos, para subirse al tren de la moda, han optado por permitir y promover el asesinato de niños por nacer, desde el Poder Judicial, al menos, se busca minimizar el daño. Es por ello que fortalecer la separación de poderes –o, lo que es lo mismo, defender a la República– es tan importante para no ser arrastrados con la decadencia de los tiempos. 

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