lunes, 21 de octubre de 2013

Droga, narcotráfico y política

Hay que distinguir a la “droga” del “narcotráfico”. Lo primero refiere a ciertas sustancias que causan una serie de reacciones químicas sobre el cerebro, provocando alteraciones en el modo de percibir la realidad y ocasionando estupor sobre la mente. Lo segundo, en cambio, remite a un gigantesco negocio que anualmente mueve millones de dólares en todo el mundo. Por tanto lo primero es un tema vinculado a la salud de las personas, mientras que lo segundo es un asunto policial y judicial.  

La política, en la actualidad, debe lidiar con ambos problemas: darles respuestas a los que consumen drogas y erradicar ese negocio que lucra atentando contra la salud de la gente. De allí se sigue que lo más lógico es que una persona que participa en política no consuma drogas ni esté involucrada en el entramado del narcotráfico, porque de lo contrario sería parte del problema y no de la solución. Sin embargo vivimos en un mundo donde la lógica no siempre triunfa.

Alfredo Olmedo se atrevió a hacer lo que muchos hombres de la actual política difícilmente harán: demostrar que no consume drogas y hacer de la lucha en contra del narcotráfico una bandera central de su discurso. Es por ello que el Diputado Nacional es tan agredido por parte de sus “colegas” de la política. Lo vimos con Victoria Donda, cuando, en su última visita a Salta, dijo que Olmedo era un ignorante por no pensar como ella. Y lo vimos también en la campaña que Juan Carlos Romero, desde El Tribuno, desarrolló en octubre en contra del candidato a Senador Nacional (campaña que incluyó unas muy poco explicables visitas a Salta de Elisa Carrió, Ernesto Sanz, Federico Pinedo, que sirvieron muy poco para levantar en las encuestas a la CC, a la UCR y al PRO, pero que dejaron como recuerdo entrevistas en El Tribuno en las que, curiosamente, no se emite opinión sobre Romero, pero que llevan títulos en los que estos referentes de la Oposición nacional aseguran que existe un vínculo entre el kirchnerismo y el olmedismo).

Donda y Romero, lo peor de la izquierda y de la derecha argentina, la droga y el narcotráfico, el adicto y el transa, juntos en contra de Olmedo. Creo que no hay nada más que decir.

domingo, 20 de octubre de 2013

A las madres argentinas

Dijo el Santo Padre:  
"En Argentina se celebra el Día de la Madre, un afectuoso saludo a las madres de mi tierra"

lunes, 7 de octubre de 2013

Fracaso electrónico

No creo que sea una exageración sostener que las PASO de ayer fueron un fracaso. En Orán, el  Diputado Nacional Alfredo Olmedo fue uno de los primeros en señalar que el acto de elegir autoridades estaba siendo opacado por el sistema dispuesto para ello. Desde las páginas de El Tribuno, es decir desde el órgano oficial del romerismo, se llegó a calificar de “jornada caótica” al episodio electoral de ayer.

El voto electrónico generó toda clase de problemas en Salta. Creo que el mejor resumen sobre lo ocurrido con la nefasta innovación lo proporcionan los Caro Figueroa:
El paso "a producción" de un sistema que solo se había ensayado de forma parcial en elecciones anteriores, desmintió en pocas horas varios años de propaganda gubernamental en torno a la comodidad y eficiencia del nuevo sistema. 
El dispar comportamiento de las máquinas y la deficiente formación de autoridades de mesa, técnicos, fiscales, apoderados y electores, condujo a un caos solo superado por la enorme cantidad de candidaturas que se ofrecían a los ojos (y dedos) de los votantes. 
Las reclamaciones comenzaron desde hora temprana y se centraron en dos aspectos principales: el imprevisible comportamiento de las máquinas y las largas esperas para poder utilizarlas. 
La sencillez del sistema saltó por los aires cuando los electores debieron enfrentar colas de hasta una hora en escuelas poco preparadas para las esperas prolongadas. 
La privacidad del voto desapareció, no solo porque el emplazamiento de las máquinas no guardaba en muchos casos la distancia necesaria para asegurar al elector un mínimo espacio de intimidad, sino porque muchas personas necesitaron de la asistencia de otras para poder grabar su voto. 
Muchas máquinas dejaron de funcionar y debieron ser reemplazadas por otras, sin que las autoridades de mesa pudieran asegurarse que el mal funcionamiento no afectó la forma en que las boletas fueron grabadas por la máquina fallida. Las impresoras con que los terminales vienen equipadas provocaron más de un inconveniente que acentuaron los retrasos y los enojos entre los electores. 
Contrariamente a lo que afirmaba la propaganda del gobierno, el voto electrónico no impidió el despliegue de prácticas corruptas y de intentos de fraude. 
Varias personas resultaron detenidas al comprobarse que ofrecían dinero a los electores a cambio de su voto. A diferencia de elecciones anteriores, el sistema extorsivo tenía ahora algún viso de prosperar, ya que con el voto electrónico el elector se retira de la mesa con un comprobante impreso de su elección, algo que no sucede con el voto de papel. 
Muchos activistas rentados por los partidos se disfrazaron de instructores del Tribunal Electoral para inducir el voto de los electores menos avisados frente a los terminales de práctica dispuestos en la mayoría de las escuelas. 
La comunicación de los datos del recuento sufrió una inusual interrupción de una hora, echando por tierra la especulación del gobierno en torno a que los datos se conocerían con mucha mayor anticipación que en elecciones anteriores. Las protestas generalizadas no consiguieron empero que la autoridad electoral despejara las dudas acerca de la verdadera causa de tan prolongado corte en la comunicación de los resultados.
¿Y cuáles fueron los beneficios de todo este suplicio? Creo que ninguno. Hoy vemos que en Capital el PJ, el PO, Salta Somos Todos y el Frente Salteño eran las cuatro fuerzas más votadas. ¿Pero esto es realmente así? ¿Podemos estar seguros de ello después de tanto voto cantado, cortes en la fibra óptica y emisión de comprobantes útiles para el ejercicio del clientelismo? El voto electrónico me deja más dudas que certezas.

viernes, 4 de octubre de 2013

Daniel “Nini” Filmus

Como a muchos argentinos, a mi también me consternó la escandalosa declaración del Senador Nacional Daniel Filmus según la cual hay que enorgullecerse de que en la Argentina hayan cientos de miles de jóvenes que no estudian, no trabajan y no hacen nada para salir de esa situación.

Filmus enfatizó que, como bien señalan las estadísticas del INDEC, el grupo de los “ni-ni” está integrado mayoritariamente por mujeres de entre 20 y 24 años, quienes, con uno o más hijos encima, desisten de la posibilidad de estudiar o trabajar para emplear ese tiempo en criar a su descendencia.

Evidentemente Filmus no analiza el asunto cualitativamente: aún si los números manejados por el político kirchnerista fuesen ciertos, se está omitiendo el hecho de que a esas jóvenes madres difícilmente se las pueda considerar como preparadas para ser pilares familiares. Si se revisan esos casos se constatará que muchísimas de esas jóvenes mujeres son madres solteras, viven en las casas paternas y son sus madres o abuelas quienes realizan la doble tarea de intentar educar a sus hijas y a los hijos de ellas. Por tanto creer que ellas no estudian ni trabajan para en su lugar cobrar unos quinientos pesos que recompensan sus “esfuerzos” maternos no sólo es ridículo, sino que también es un agravio dirigido contra ese grupo social en particular.

Al festejar una catástrofe nacional, “Nini” Filmus ha dejado en evidencia el carácter destructivo del nefasto kirchnerismo, el cual tiene una lógica peculiar: los problemas, para ellos, se resuelven no a través de la propuesta de una solución, sino, simplemente, dejando de considerarlos problemáticos. 


martes, 1 de octubre de 2013

A propósito de una madre desquiciada

El reciente bochorno político que autoriza el pedido de una mujer para que su hijo cambie su identidad sexual plantea nuevamente el creciente problema de la homosexualidad. Ciertamente lo que más dolor causa en esta situación es enterarse de que la vida de un niño está bajo la tutela de una adulta que no parece estar capacitada para protegerlo como debe hacerlo. Sin embargo yo quiero dejar de lado ese tema e ir un poco más atrás hasta tocar la cuestión misma del supuesto “cambio de género”.

Los que presuponen que una persona puede elegir su identidad sexual sin experimentar ningún tipo de barrera u obstáculo, presuponen también que las personas somos un yo, una conciencia, cuyo poder de elección es ilimitado. De esa manera asuntos como el sexo, la religión, la ideología o cualquier otra cosa podrían ser intercambiables en una persona y no por ello generar efecto dañino en alguien. Tal cosa está, sin lugar a dudas, envuelta de sospecha.

En primer lugar porque sostener eso es lo mismo que sostener que la mente y el cuerpo son dos entidades divorciadas la una de la otra. Hay un lema que se escucha mucho en estos días: “este cuerpo es mío y me pertenece”. El cambio de identidad sexual implica, justamente, que el cuerpo no es de uno, que lo que realmente es de uno resulta ser, como mucho, la mente, y que a partir de ella se puede generar la inversión deseada. La mujer que se siente hombre o el hombre que se siente mujer es, en efecto, la ilustración de esto.

El tema es que si un hombre consigue que en su DNI figure un nombre de mujer y que todos lo traten de “señora”, aún así sigue portando un cuerpo con el que se comunica con el mundo. Y ese cuerpo tiene un pedazo de carne colgándole de la entrepierna o, en su defecto, tiene la fuerte cicatriz de la mutilación.

Las personas somos esencialmente femeninas o masculinas, no hay un sexo neutro ni un tercer sexo. Si una mujer o un hombre no se sienten cómodos con el sexo con el cual nacieron, entonces se está en presencia de un drama psicológico. La solución para un niño que le gusta vestirse de mujer no es cambiarle el DNI para que los demás lo llamen “señorita”, sino proveerle los instrumentos adecuados de la psicología, la pedagogía y tal vez hasta de la religión para que comprenda su situación y cambie sus actitudes. Si aún así prosigue esta persona con las prácticas homosexuales, se hará merecedora de la compasión de la que normalmente gozan los enfermos y tendrá la libertad de optar por buscar una solución o seguir con su sufrimiento en su esfera íntima y sin afectar a terceros. Todo otro camino propuesto lleva a multiplicar el sufrimiento individual y a acrecentar los problemas colectivos, ello es algo que cada día se vuelve más evidente.