miércoles, 20 de noviembre de 2013

Lo que pienso de Andrés Suriani

El Tribuno, órgano de prensa de Juan Carlos Romero, habla de un “desbande” en Salta Somos Todos. El verbo es malicioso, pues para que haya “desbande” debe haber antes una “banda”, es decir debe haber algo parecido a un grupo de improvisados o a una gavilla dispuesta al saqueo, y ninguna de las dos cosas se ajusta a la realidad de Salta Somos Todos (aunque si describe bastante bien a otras fuerzas políticas que se presentaron en las elecciones de noviembre). Se ve que Romero está nervioso ante la posibilidad de que se abran las urnas de toda la provincia y se recuenten todos y cada uno de los votos emitidos, por lo que siente la necesidad de continuar desprestigiando a Alfredo Olmedo. Para ello ya no recurre a opositores (como lo hizo al convocar a Donda, Pinedo, Carrió, Sanz, Altamira, etc) sino que ahora busca entre los que estuvieron a la par del Diputado Nacional. Y allí aparece Suriani. 

Andrés Suriani ofició de portaestandarte de SST en las provinciales, y lo hizo pese a no ser afiliado al partido. Suriani me parecía un buen candidato. En lo personal no creo que este periodista sea un chanta –como si lo fue el fallecido Ernesto Aparicio, el liberado Arturo Cifre, y tantos otros personajes salidos de las alcantarillas que han sido parte del gobierno de la provincia de Salta–; tampoco lo considero un improvisado, sino todo lo contrario.

Mentiría al sostener que Suriani no me parece un sujeto interesante. Dueño de un discurso vehemente, comparto muchos puntos de vista con él y lo admiro por haber sido uno de los pocos que se movilizó cuando arrasaron con el monumento a los Bravos de Manchalá. Sin embargo hay algo que no me agrada de Suriani: su pertenencia orgánica al peronismo. Que no se me malinterprete: para mi no tiene nada de malo ser peronista, radical, renovador o cualquier otra cosa, el problema está en serlo mientras se utiliza un espacio político diferente como trampolín para los cargos públicos.

En la actualidad, el peronismo salteño es hegemónico (sus diversas expresiones poseen más de la mitad del apoyo popular). Pero ser hegemónico no significa ser homogéneo: de un lado hay una “izquierda” peronista encarnada en Urtubey, y del otro lado está la “derecha” peronista encarnada en Romero. Sería que hay algo así como un peronismo socialdemócrata y otro peronismo liberal en pugna por la provincia. Pues bien, Suriani quería un puesto de Senador Provincial para ser parte de eso: quizás para ser la “izquierda” peronista pero tinturada de conservadurismo cultural, o para ser la “derecha” peronista aunque libre de turbiedades. Fuese como fuese, Suriani nunca pretendió ser más que lo que es, vale decir, nunca quiso ser otra cosa diferente a un peronista. En ese sentido creo no exagerar al decir que bien pudo ser candidato por el Partido Justicialista, el Frente Salteño o cualquier otra colectora de Urtubey o de Romero, y todo ello manteniendo exactamente lo mismo que mantuvo durante la campaña con SST.

Y ahí está el problema. Peronistas, en Salta, hemos tenido miles, todos de diverso tamaño, color y pelaje. Y están arriba desde hace tres décadas. Treinta años gobernando para lograr lo poco que se ha logrado. Entonces es tiempo de otra cosa.

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