A principios de junio escribí mi opinión acerca de una hipotética disputa interna para gobernador de Salta entre
Alfredo Olmedo y Juan Carlos Romero. Allí señalé que “es interesante contemplar
la posibilidad de una alianza entre Olmedo y Romero que se defina como una
interna decidida ‘desde afuera’, o sea como un movimiento de adhesiones
dirigenciales al más íntegro de los candidatos.”
La jugada macrista
Pues bien, en estos últimos días
se produjo algo como eso. En junio yo hablé, puntualmente, de Mauricio Macri y
de Sergio Massa, dos dirigentes a los que respeto por lo que son, pero que me
entusiasman más por lo que quieren ser. Macri parece haberse desentendido de
Romero y Olmedo y –como parte de lo que aparentemente es su estrategia
nacional– decidió apadrinar al empresario Juan Collado para que salte al campo
de la política, con el propósito de disputar la gobernación provincial. Sin
embargo Collado no se estrenaría como candidato así sin más: la idea de Macri
es que Guillermo Durand Cornejo lo acompañe como candidato a intendente de la
ciudad de Salta.
Con la doble candidatura de
Collado y Durand Cornejo, el PRO podría llegar a obtener una importante
cantidad de votos en Salta, insuficientes para gobernar, pero suficientes para
contribuir a alterar el resultado de las elecciones (probablemente el macrismo
le quitaría algunas adhesiones al Oficialismo, pero es más seguro que el apoyo
que obtengan provenga de la gente cansada del actual gobierno provincial y
nacional). Por ende este es un tema que hay que considerar seriamente, ya que
no parece buena idea fragmentar a aquellos que pueden desplazar del poder a
quienes están actualmente enquistados en el gobierno.
Renovadores, renovantes y renovación
Ahora bien, el caso de Massa es
distinto, pues el Diputado Nacional no ha optado por buscar nombres nuevos,
sino que su idea es reclutar gente que esté a favor de su proyecto de país.
Romero estuvo desde el inicio con Massa, y Olmedo se sumó después. La
incorporación definitiva del Diputado Nacional (MC) amarillo al armado massista
generó reacciones diversas entre otros dirigentes que comparten el espacio
encabezado por el antiguo Intendente de Tigre.
Concretamente hubo un hombre que
se manifestó en contra de que Massa apoye a Olmedo: el Diputado Nacional bonaerense Adrián Pérez. El discurso de Pérez no tiene desperdicios:
“el Frente Renovador tiene que ser cada vez más frente y más renovador y tratar de trabajar en esa línea. Hay que intentar convocar dirigentes de otras fuerzas políticas, inclusive de nuevas generaciones, pero la construcción no es sólo con los nuevos. La renovación no es con gente como Olmedo, pero, de todos modos, con la herramienta de las PASO la gente es la que terminará eligiendo”
Vamos por partes. Pérez sostiene
que para renovar la política hace falta la pluralidad política y la
incorporación de gente sin un pasado en la función pública. Ello me parece
acertado. Sin embargo Pérez también afirma que “la construcción no es sólo con
los nuevos”, y, si bien puede que tenga razón, hay un motivo bien claro por el
que lo dice: su propio caso. En efecto, Pérez entró en el año 2003 a la Cámara de Diputados de la Nación como un hombre del
ARI –que lideraba Elisa Carrió–, y permaneció hasta el 2011. En 2013, tras
haber vivido dos años becado en EEUU mientras estudiaba en una universidad de ese país (dato que, curiosamente, no consigna en su biografía), retornó a la Argentina para
reubicarse en el Congreso Nacional. En su momento había arreglado todo para ir
como candidato por la centroizquierda, pero, al notar que durante su ausencia ésta
se había aliado a la UCR
y su acceso al parlamento se veía así complicado, optó por abandonar a sus
camaradas y al partido que lideraba –la Coalición Cívica –
para integrarse a la lista de Massa. La sola trayectoria de Pérez contradice lo
que el propio Massa señaló acerca de los “diputados muebles”. Entonces Pérez,
para ser coherente consigo mismo, debería renunciar a su banca y trabajar desde
otro ámbito, ya que en la actualidad él cumple su tercer mandato casi
consecutivo como legislador: en este sentido Pérez, el “Pablito Ruiz” de la
política argentina, no es un renovador sino un renovante.
¿Y qué ha propuesto Pérez para
renovar a la vida nacional? Revisando su tarea parlamentaria, salta a la vista
que entre sus iniciativas legislativas no hay nada que sea realmente novedoso. Fiel
a la formación que le dio su mentora Elisa Carrió, Pérez se dedicó a trabajar
en el campo de la fiscalización, denunciando la corrupción del gobierno
kirchnerista, pero sin preocuparse demasiado por aportar soluciones creativas a
los problemas argentinos.
Olmedo, en cambio, en sus cuatro
años en el Congreso Nacional hizo una serie de propuestas que han revolucionado
a la sociedad argentina –como la de, por ejemplo, garantizar el apoyo estatal
en los procesos de procreación asistida–, y que al día de hoy, con el salteño
fuera del parlamento, son reflotadas y puestas en práctica por el mismo gobierno como parte de sus intentos por frenar la decadencia que ellos mismos impusieron. Ilustra esto último, entre otras cosas, la presencia de la simbología de la Islas Malvinas en los billetes argentinos, o la creciente adhesión a poner topes horarios para
los menores de edad en la vía pública (no sólo fue algo establecido exitosamente
en Misiones, sino que políticos en todo el país –incluso en Campo Quijano y
Salta– quieren poner en marcha ahora lo que Olmedo había intentado convertir en
ley nacional hace unos años).
Una aclaración necesaria
Sea como sea, el propio Pérez dijo
algo vital: “con la herramienta de las PASO la gente es la que terminará
eligiendo”. Y esto es lo mejor. Porque la gente no aprecia demasiado a los
Pérez, pero si a los Olmedo. ¿Por qué? Porque Olmedo es parte de la gente, y
Pérez, un petulante que vive de la política desde hace como veinte años (de
dirigente de Franja Morada pasó a ser asesor de Carrió varios años antes de
cumplir los 30 años).
Otro dirigente del massismo que
habló de Salta fue Alberto Asseff. Asseff, Diputado Nacional bonaerense, manifestó
su descontento con la presencia de Romero en el Frente Renovador:
En la ciudadanía se instala una duda respecto de la dimensión renovadora que debe tener el FR si los protagonistas sobrellevan una larga actuación y extenso desgaste.
“Larga actuación y extenso
desgaste”, es más que obvio que estaba hablando del Júcaro, quien, desde 1983,
es un protagonista de la política salteña. Olmedo, por el contrario, empezó
recién en 2007.
Asseff es un parlamentario de una tarea estupenda, que ha trabajado por defender a la patria y por conservar sus tradiciones (en lugar de pretender atacarlas, como bien hizo el famoso Adrián Pérez). En más de una ocasión este hombre ha coincidido con Alfredo Olmedo
cuando ambos fueron congresistas. Por ello es de mala fe el artículo que
difundió la agencia de noticias kirchnerista Télam, en la que sostienen que
Asseff estaría incómodo porque Olmedo se sume al Frente Renovador.
Pérez está en contra de Olmedo,
pero no puedo asegurar que esté a favor de Romero. Asseff, en cambio, apoya a la Salta amarilla y no quiere a
Romero. Hay que ver en quien confía más Massa, pero supongo que no será una
sorpresa enterarnos de ello finalmente.
De la alianza a la coalición
El Frente Renovador massista, por
ahora, parece una alianza y no una coalición. Ambos conceptos son diferentes:
una alianza es una unión temporal de grupos o individuos para lograr un
objetivo específico (como, por ejemplo, ganar una elección), en tanto que una
coalición es un esfuerzo para que diferentes fuerzas busquen puntos en común y
consensúen decisiones que satisfagan a todos los involucrados.
El Consenso de Cambios para el Progreso de Salta (CCPS) es un primer paso para armar una coalición de
gobierno. Lo bueno de esta iniciativa es que es capaz de ampliarse, vale decir
no sólo puede incorporar nuevas propuestas, sino que además cualquier salteño
con buena voluntad puede adherirse al mismo. Si el día de mañana la alianza
entre Romero y Olmedo se rompe, la coalición podría seguir funcionando en base
al CCPS.
Si Olmedo es gobernador y Romero decide dar un paso al costado para jubilarse, los referentes del romerismo no
se convertirían en opositores automáticos, sino que seguirían trabajando en dar
soluciones a la provincia para combatir la inseguridad, construir viviendas,
recuperar la calidad educativa y garantizar la transparencia estatal. Habría,
claro, otros puntos en los que podrían estar en desacuerdo los olmedistas,
romeristas y demás firmantes del CCPS, pero en esos otros puntos básicos todos
actuarían como un equipo, buscando consolidar los mismos objetivos sin ponerse
palos en la ruedas. Eso es, exactamente, lo que necesita la Argentina. Por
ello sería bueno que al CCPS lo firmen todos, la gente del PJ, de la UCR , del PO y de cuanto otro
partido político exista.
Sigo insistiendo en que la alianza Romero-Olmedo es un error. No está mal eso del pacto y las coaliciones, pero si la alianza.
ResponderEliminarEn Salta hay dos peronismos: el de Urtubey y el de Romero. Isa flota entre ambos, y se va a ir con el que le convenga. Lo mismo Wayar y muchos otros. Ese quiebre del peronismo debería facilitarle a una tercera fuerza pasar al frente.
Si Olmedo se junta con los renovadores (y no solo los del PPS sino también Zottos y compañía), Durand Cornejo y el macrismo, y la UCR, podría ganar las elecciones.