En busca de la República perdida
Ante la inminente elección
presidencial de este año, la política argentina se reconfigura con la intención
de abrir un ciclo y cerrar otro. Entre 2002 y 2008 nuestro país experimentó
algo así como la “civilidad republicana”, pero –debido a que en ese lapso el
peronismo y sus aliados no solucionaron el problema de la pobreza ni se preocuparon
en erradicar la corrupción– desde 2008 hasta ahora el país se vio azotado por
el populismo.
Entonces la política de hoy
plantea una polarización clara: populismo contra republicanismo. El
kirchnerismo, en cambio, pretende instalar la división ideológica entre la Izquierda (ellos) y la Derecha (los demás),
división imposible de instalar debido a que para que haya ideología es
condición sine qua non que haya
República –siempre ha habido conservadores y progresistas, pero la división
entre izquierdas y derechas surge justamente en la Primera República
Francesa, después de la
Revolución de 1789.
El centro, la izquierda y la derecha republicana
Dentro del republicanismo se
encuentran Mauricio Macri, Sergio Massa y, probablemente, también Daniel
Scioli. Los tres vendrían a ser el centro republicano, mientras que la
izquierda estaría compuesta por el Frente Amplio Progresista residual que
impulsa la candidatura de Margarita Stolbizer a la presidencia de la Nación. Los actuales macristas,
massistas y sciolistas pueden pasar de un espacio a otro sin que nadie lo note,
porque entre los tres líderes hay más coincidencias que discordancias.
Un verdadero polo de Izquierda
uniría al populismo kirchnerista, al progresismo residual y al protestarismo
trotskista, pero difícilmente ese engendro vaya a conseguir las suficientes
adhesiones de los votantes argentinos como para imponerse en una elección. Por
eso sus miembros plantean otras estrategias: los populistas quieren seguir
parasitando al peronismo, los protestantes sólo quieren retener su espacio de
oposición mínima, y los progresistas afrontan la posibilidad de unirse a alguna
de las coaliciones de centro (¿sería insólito acaso ver a Stolbizer como
vicepresidente de Massa o Macri o incluso Scioli?).
La derecha republicana es algo
que en nuestro país directamente no existe, por más que muchos cínicos o
delirantes la quieran ver encarnada en Macri, Massa o Scioli. Y ni siquiera hay
una derecha populista, como si existe el Frente de Izquierda y de los
Trabajadores como su contraparte.
El dilema de la UCR
Nadie puede negar que la política
argentina está dominada por el Partido Justicialista. La Unión Cívica Radical había
entrado en vías de extinción allá por el 2001, pero sobrevivió y se recuperó
ocho años después gracias a que mantuvo su presencia en casi todas las
provincias (salvo en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en la provincia de Buenos
Aires –y hasta cierto punto en Santa Fe–, en la otra mitad del país los
radicales permanecieron con mayor o menor suerte como la alternativa viable al
peronismo).
Hoy por hoy la UCR cuenta con una estructura
nacional que conserva peso en todas las provincias, excepto Salta, Chubut, San
Juan, y Tierra del Fuego. Sin embargo eso no le
alcanza para generar un candidato relevante, entonces optaron por aliarse a
Macri y Carrió.
La “izquierda” del partido,
embelesada por la posibilidad de una alianza con el kirchnerismo, acusó a la UCR de estar regalando el
partido a la “Derecha”. El resto de los militantes se lamentaron de que en el
club republicano que armaron no ingrese Sergio Massa (y no porque Massa sea un
cuadro republicanista inmejorable, sino porque temen que ese pacto con Macri le
deje abierta la puerta a Massa para que reúna al PJ y, ¿por qué no?, termine
alineándose con Scioli y disputándole la interna).
La estrategia Morales
Gerardo Morales, senador ucerista
por Jujuy, es uno de los que temen que al excluir al massismo del club
republicano las cosas se le compliquen en su distrito. Por eso sugirió que la UCR debe ir pegada a Macri, a
Massa, a Stolbizer y a todos los opositores que vayan a sumar algún voto en la
próxima elección. El sujeto piensa con la lógica de alguien que debe derrocar a
una oligarquía feudal en su provincia: “nosotros apoyamos a todos a cambio de
que todos me apoyen en mi cruzada”.
Los radicales de Tucumán, La Rioja y otras provincias con
esquemas feudales similares a los de Jujuy están de acuerdo con la estrategia
Morales (los radicales de Salta, en cambio, sabiendo que están lejísimos de
hacer algo de ruido se la pasan criticando al massismo y al macrismo, y
sosteniendo el ya extinto FA-UNEN, básicamente porque ellos no tienen nada que
perder en su provincia, mientras que los radicales de Córdoba, en cambio, como
tienen oportunidades reales de ganar con sus propias estructuras plantean la
posibilidad de cortarse solos).
La oportunidad regional
En este escenario lo único que se
discute es cuántos populistas quedarán insertos en la nueva república, y cómo
serán las divisiones ideológicas de los políticos en el próximo ciclo
democrático. El problema de la erradicación de la pobreza no es de discusión
urgente, ya que los argentinos nos hemos acostumbrados a vivir en un país
repleto de pobres, y de la corrupción nadie habla, porque pareciera ser un
problema que se extinguirá cuando se extinga la dominación populista.
Yo, en lo personal, desconfío de
los republicanos que llegan para cambiar al país. ¿Acaso el macrismo y el
kirchnerismo no pactó en la
Legislatura de la Capital
Federal para azotar a la ciudad con planes de desarrollo
inmobiliario que beneficiaban a unas pocas empresas constructoras? ¿Acaso los
radicales y los peronistas de Jujuy no se aliaron en la Legislatura provincial
para arreglar negocios comunes e imponer jueces con poca idoneidad?
Los políticos, republicanos o
populistas, no dejan de ser una casta, la cual no tiene contrapeso porque se
extinguió en la década de 1990 el Partido Militar. Por ello creo que lo que
conviene es proponer un tercer polo que vaya más allá de la dicotomía
Izquierda/Derecha o Populismo/Republicanismo. El tercer polo debe ser la
dicotomía Honestidad/Corrupción.
Cuando Morales plantea su estrategia
para que la UCR
no se disuelva ante el PRO y fuerzas similares, yo lo que veo es a un
republicano buscando superar a la
Izquierda y a la
Derecha pero no a la corrupción. ¿Entonces cómo instalar el
polo Honestidad/Corrupción? Con gente nueva. ¿Y cómo permitir el ingreso de
gente nueva a la política para mantenerla honesta? Catapultando a individuos
libres de ideología, cuyo punto de referencia sea el terruño en el que viven. O
sea un polo localista (salteñismo, jujeñismo, etc., o directamente norteñismo,
patagonismo, etc.) con forma de ligas de ciudadanos asociados libremente en
defensa de su región, y no con forma de partido representante de un sector
social y, por extensión, de una ideología.
Esto implicaría, por ejemplo, que
en un mismo espacio converjan personas conservadoras y progresistas. Para que
ese proyecto sobreviva, sería necesario plantear una agenda de coincidencias
comunes –básicamente la reconstrucción de la República –, dejando de
lado cuestiones morales (discusiones sobre el aborto, la eutanasia, el
matrimonio entre homosexuales, el divorcio, el consumo legal de drogas, etc).