Mercedes Junco hizo algo
políticamente incorrecto: decir la verdad. “Muchas veces la violencia [doméstica] es culpa
de las mujeres” fue la frase que pronunció en un programa de televisión.
Descontextualizadas, las palabras
de Junco suenan raras, más considerando que ella es una funcionaria del
gobierno salteño que trabaja en el Ministerio de Derechos Humanos de la
provincia. Sin embargo lo que dijo es coherente, y no sólo eso: también es
perfectamente consistente con el discurso oficial del progresismo
contemporáneo. En efecto, Junco sostuvo que las madres deben adquirir el hábito
de distribuir las tareas hogareñas entre todos sus hijos (mujeres y varones),
ya que la costumbre actual entre las mujeres con las que trata a diario,
mujeres provenientes de los sectores más carenciados, es la de inculcarle a las
hijas mujeres las tradiciones hogareñas y evitarles a los hijos varones el
aprendizaje de las mismas. Esto, según Junco, genera una relación conflictiva
entre hombres y mujeres, porque el sistema laboral actual obliga a que las
mujeres dejen la seguridad del hogar para ir a buscar el sustento material
junto a los maridos (si es que los tienen), entonces ya no se puede criar a los
hijos según ese patrón de comportamiento en el que ellas permanecían en casa y ellos andaban afuera. Las mujeres mismas, según esta perspectiva, estarían perpetuando
el modelo de la mujer sumisa y el hombre autoritario.
El discurso de Junco es
perfectamente realista. En lo personal creo que el Estado debería hacer más por
mantener vigente el modelo tradicional de familia y las prácticas sociales que
de él emanan, pero se comprende que Junco, desde su posición en Derechos
Humanos, hace y dice lo que juzga como lo más provechoso en el escenario actual.
Ahora bien, el problema es que
Rodrigo “Victoria” Liendro ignoró (¿a propósito?) todo lo que Junco dijo, y sólo se quedó con la frase de que a la culpa de la violencia doméstica la tienen en ocasiones las mujeres. Desde su cuenta de Twitter, este muchacho no vaciló en repudiar
a Junco. Y, por supuesto, la prensa a la que le encantan los pleitos recogió las
tonterías de este inepto de Liendro y desató una jornada de linchamiento contra
Junco.
Liendro, más allá de cobrar un
abultado salario como funcionario municipal salteño, no ha hecho nada por Salta
más que, desde su posición, generar disputas y conflictos. El sujeto no está en
el gobierno para sumar, no pretende mejorar la vida de los salteños, sólo le
interesa impulsar su agenda: el elegebetismo. Pero el verdadero problema no es él,
es aquel que se lo permite, es, en este caso, Miguel Isa, actual Intendente de
Salta, y ladero de Urtubey en las próximas elecciones.
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