jueves, 18 de junio de 2015

El grito de Adelaida

Adelaida Terán es la médica que interrumpió una conferencia del Chaqueño Palavecino en la ciudad de Tartagal. Desde hace meses esta mujer protesta en contra de las autoridades del Hospital Juan Domingo Perón, denunciando todo tipo de irregularidades: desmanejos presupuestarios que desembocan en la escasez de insumos, negligencia médica deliberada que se traduce en una pésima atención a los pacientes y hasta la existencia de una genocida industria clandestina del aborto.

Muchos salteños apoyan a la mujer –algunos hasta la acompañaron durante la huelga de hambre que realizó en el hospital. Sin embargo no faltaron los que, a través de las redes sociales, pusieron en duda la salud mental de la médica, recordando que hace unos años protagonizó un extraño episodio que la policía calificó de “intento de suicidio” (cuando en realidad había habido indicios de que la mujer fue presionada y amenazada por alguien que la quería silenciada).

El episodio contra el Chaqueño Palavecino fue sólo una batalla más de la cruzada de la doctora Terán, que ahora fue reubicada en la localidad de Embarcación, para alejarla del ambiente hostil del Hospital Juan Domingo Perón. Por ello asombra un poco la reacción del cantor, quien, ante la aparición de la médica, se mostró indolente y hasta intentó discutir con ella.  

Los apologistas de Palavecino recordaron el hecho de que la conferencia de prensa interrumpida por la doctora Terán era para anunciar la realización del Festival Trichaco, el cual tiene fines solidarios, ya que parte de lo recaudado –según lo que afirman sus organizadores– es donado a diversas escuelas rurales del norte salteño.

Los “chaqueñistas” incluso fueron más lejos al destacar que Palavecino es un artista de vocación solidaria que emplea sus recursos y energías para favorecer a su comunidad. Sin embargo ese discursillo omite un hecho fundamental: durante la conferencia de prensa quien estuvo sentado al lado de Palavecino fue nada más y nada menos que Sergio Leavy, el actual Intendente de Tartagal.

En efecto, Leavy es uno de los personajes más nefastos de la política salteña. El prontuario de este sujeto es interminable, y, obviamente, lo más grave de su figura es su incapacidad para justificar el crecimiento meteórico de su patrimonio en los últimos ocho años. Que Leavy haya estado sentado al lado de Palavecino le da todo el derecho a la doctora Terán a hacer lo que hizo, ya que es el propio cantor el que está rompiendo el límite entre lo público y lo privado.

Espero que Adelaida Terán nunca se calle, espero que siga gritando. Pero espero también que Salta (y todo el país) la escuche.  

lunes, 1 de junio de 2015

Piombo: entre la lógica judicial argentina y la hipocresía atroz de los invertidos

El Caso Piombo es bien conocido por todos en estos días: Horacio Piombo y Benjamín Sal Llargués, titulares de la Sala I de la Cámara de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, le redujeron la condena a un hombre que violó a un niño, aduciendo que el niño –una criatura de 6 años– era homosexual y había sido abusado sexualmente en otras ocasiones por su propio padre, por lo que el daño ocasionado por el condenado no era tan grave para el niño como podría haber sido en una situación diferente.

La Justicia argentina tiene la peculiaridad de menospreciar el encarcelamiento. La excusa es que, como el sistema carcelario nacional es una vergüenza, entonces hay que evitar que los delincuentes vayan a parar a las cárceles, para que no salgan de allí convertidos en seres peores de lo que ya son. Todo el sistema judicial se maneja con esa lógica, de allí que los jueces tiendan siempre a reducir condenas en lugar de a aumentarlas. Otros países operan con una lógica inversa, por lo que tienen una urgencia por encarcelar a la gente, pero ello no sucede en nuestra patria.

Piombo y Sal Llargués no hicieron más que seguir el libreto dispuesto para los jueces argentinos, y aún así se desató un escándalo. Muchos encontraron inconcebible que la víctima de una violación pudiese ayudar a un criminal a partir de su orientación sexual. Los más escandalizados fueron los elegebetistas. En la última semana hablé con varios homosexuales sobre el tema, y todos coincidían en que los jueces tenían razón, que ellos se iniciaron en el sexo cuando eran apenas unos niños y que, si hubo una denuncia de abuso en este caso, seguramente fue porque la familia quería sacarle plata al hombre acusado de violación. Lo curioso de esas personas es que no supieron decirme si ellos eran homosexuales antes de haber sido abusados, o si se convirtieron en homosexuales a partir del abuso.

Sea como sea, lo interesante aquí es la discusión que no se está dando: ¿Piombo tiene razón en lo que dice?

En lo personal creo que habría que separar el asunto de la violación del tema de la sexualidad de una persona. Toda violación debería ser severamente castigada (con una castración de por medio de ser posible). La pena debería ser aplicada de modo automático una vez comprobado el delito. Fin del problema. Que los castren a todos y a otra cosa.

Ahora bien, yo no olvido que en este país, hace apenas un año atrás, un juez autorizó a un niño para que en su DNI figure que es niña. Ese niño, homosexual según la Justicia, tenía en ese momento ¡6 años! ¿Cómo puede ser que los elegebetistas enloquezcan ante Piombo y aplaudan a los que permitieron que a un niño lo dejen entrar al baño para niñas de la escuela sin una vagina que justifique ello?