lunes, 1 de junio de 2015

Piombo: entre la lógica judicial argentina y la hipocresía atroz de los invertidos

El Caso Piombo es bien conocido por todos en estos días: Horacio Piombo y Benjamín Sal Llargués, titulares de la Sala I de la Cámara de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, le redujeron la condena a un hombre que violó a un niño, aduciendo que el niño –una criatura de 6 años– era homosexual y había sido abusado sexualmente en otras ocasiones por su propio padre, por lo que el daño ocasionado por el condenado no era tan grave para el niño como podría haber sido en una situación diferente.

La Justicia argentina tiene la peculiaridad de menospreciar el encarcelamiento. La excusa es que, como el sistema carcelario nacional es una vergüenza, entonces hay que evitar que los delincuentes vayan a parar a las cárceles, para que no salgan de allí convertidos en seres peores de lo que ya son. Todo el sistema judicial se maneja con esa lógica, de allí que los jueces tiendan siempre a reducir condenas en lugar de a aumentarlas. Otros países operan con una lógica inversa, por lo que tienen una urgencia por encarcelar a la gente, pero ello no sucede en nuestra patria.

Piombo y Sal Llargués no hicieron más que seguir el libreto dispuesto para los jueces argentinos, y aún así se desató un escándalo. Muchos encontraron inconcebible que la víctima de una violación pudiese ayudar a un criminal a partir de su orientación sexual. Los más escandalizados fueron los elegebetistas. En la última semana hablé con varios homosexuales sobre el tema, y todos coincidían en que los jueces tenían razón, que ellos se iniciaron en el sexo cuando eran apenas unos niños y que, si hubo una denuncia de abuso en este caso, seguramente fue porque la familia quería sacarle plata al hombre acusado de violación. Lo curioso de esas personas es que no supieron decirme si ellos eran homosexuales antes de haber sido abusados, o si se convirtieron en homosexuales a partir del abuso.

Sea como sea, lo interesante aquí es la discusión que no se está dando: ¿Piombo tiene razón en lo que dice?

En lo personal creo que habría que separar el asunto de la violación del tema de la sexualidad de una persona. Toda violación debería ser severamente castigada (con una castración de por medio de ser posible). La pena debería ser aplicada de modo automático una vez comprobado el delito. Fin del problema. Que los castren a todos y a otra cosa.

Ahora bien, yo no olvido que en este país, hace apenas un año atrás, un juez autorizó a un niño para que en su DNI figure que es niña. Ese niño, homosexual según la Justicia, tenía en ese momento ¡6 años! ¿Cómo puede ser que los elegebetistas enloquezcan ante Piombo y aplaudan a los que permitieron que a un niño lo dejen entrar al baño para niñas de la escuela sin una vagina que justifique ello?  

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