martes, 16 de septiembre de 2014

La falsificación de la realidad

Martín Risso Patrón publicó un artículo muy interesante en El Tribuno acerca de las reformas escolares que impulsa el gobierno de Scioli en la provincia de Buenos Aires. Allí se lee:
Esto de quitar referentes de logros y fracasos en la escuela como lo es mentir en ese boletín informativo periódico que es la libreta de calificaciones, es suicida, cultural y científicamente hablando. Más, si eso está movido por la obsesión de ver fantasmas discriminadores por todos lados, temiendo a madres y padres golpeadores de maestros, descontentos con "la nota" puesta a sus hijos, es una evidencia de la derrota de la Educación ante la violencia social en continuo ascenso, lo que es sustancia para otro análisis.
Yo creo que en un país en donde a una persona que nació con un sexo determinado se le adultera el DNI y la partida de nacimiento para que figure como poseedora del sexo opuesto no es raro que el gobierno ordene falsificar calificaciones. Y todo en nombre de "evitar la discriminación". Si para evitar algo hay que falsificar lo que es evidente para todos, ¿eso no significa que se está torciendo el orden natural?

A mi la discriminación no me agrada, pero entiendo que no es posible la igualdad perfecta, puesto que, por naturaleza, las personas somos diferentes. Lo ideal para conseguir la tan predicada "inclusión" es darle los medios a aquel que se siente o se encuentra fuera del promedio para que alcance a los demás. Es lo lógico. Lo otro -lo que propone el gobierno- es igualar hacia abajo, invitando al que es bueno a que no se esfuerce, porque hacerlo es de tontos faltos de picardía. 

Creo que a estas alturas lo más conveniente para el país sería que el sistema educativo se despolitice, convirtiéndose en una entidad autónoma, regida por parámetros internacionales pero administrada por gente local. 

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