viernes, 1 de noviembre de 2013

Treinta años y todavía

El sabor amargo

Las elecciones del domingo pasado me dejaron un sabor amargo. No fue la derrota del candidato al que apoyaba lo que me disgustó, pues hoy en día el pueblo argentino tiene derecho a elegir quien lo conduzca y eso es algo que yo respeto serenamente. Lo que me fastidió, en realidad, fue que se materialice uno de mis mayores temores: la tergiversación de la voluntad popular.

En la Argentina votar es algo obligatorio, el que no lo hace recibe sanciones por ello. Y aún así, tras treinta años de interactuar amigablemente con las urnas, no existen las garantías de que ese acto sea debidamente respetado. Periódicamente lo obligan a uno a concurrir a votar, pero después adulteran la votación que uno hizo, como si la decisión que uno tomó no sirviera para nada. Esto no sólo es lamentable, sino que además es indignante.

Alfredo Olmedo denunció que estos últimos comicios habían sido muy irregulares. Le creo. Porque, aunque no lo pareciese, había mucho juego. El que más iba a perder –todos lo sabemos– no era el Gobernador Juan Manuel Urtubey, sino el nefasto Senador Nacional Juan Carlos Romero.

La campaña electoral fue repugnantemente sucia, plagada de eventos extraños, agresiones, injurias, calumnias y bajezas políticas. Ello no fue casual. Imaginar a Romero haciendo todo lo posible para retener sus fueros luego de una vida entera de protagonismo político no es descabellado. A Argentina en los últimos 30 años la han saqueado, y en el medio de aquel saqueo estuvo el famoso Juan Carlos Romero. ¿Pero fue él inocente? ¿Acaso el sólo se dedicó a observar con las manos en los bolsillos mientras los demás se enriquecían con el dinero del tesoro público? Hay muchos indicios de que Romero ha hecho méritos para ir a parar a un calabozo, aunque, claro, eso deberá determinarlo la Justicia, la cual, por ahora, no podrá hacerlo debido a los inesperados resultados del 27 de octubre.

Mentiras y verdades

Yo fui uno de los muchos salteños que el domingo pasado escuchó los boca de urna y se emocionó con el triunfo de Olmedo, y que luego se entristeció al enterarse de que el recuento oficial desmintió a los encuestadores. De cualquier manera me surge la duda: ¿los encuestadores mintieron y la justicia electoral dijo la verdad, o fue al revés?

Todos sabemos que las consultoras que se dedican a realizar encuestas son buenas para dibujar resultados e instalar con ello en la opinión pública la idea de que el candidato que los contrató ganará en los próximos comicios. Es una forma de hacer propaganda encubierta. Ahora bien, ¿por qué una empresa mentiría tan groseramente con los boca de urna, dado que la elección ya está definida y su incidencia en la misma en nula? Yo no encuentro razón alguna para justificar ello, por lo que el sentido común me hace confiar más en lo que digan las consultoras que en lo que diga la justicia electoral. Y los encuestadores dijeron que Olmedo ganó.

Sin embargo el domingo pasado, en cuestión de horas, Olmedo pasó de ganador a perdedor, lo cual es llamativo. Después de las PASO, Romero sabía que Olmedo crecería hasta superarlo, por lo que centró su campaña en atacar al Diputado Nacional. Es decir, la estrategia romerista consistió en tratar de mostrar que Olmedo y el kirchnerismo (tanto el provincial como el nacional) son aliados, pese a que las ideas, actitudes y acciones de uno y otro sean diametralmente opuestas. Romero confiaba en que retendría sus votos y que, gracias a su campaña calumniosa contra Olmedo, los votos antikirchneristas que no llegaron hasta él en las PASO irían a otra de las opciones que no fuese Olmedo. Dicho de otro modo, tras las PASO la incógnita de quien triunfaría en las elecciones se desvaneció, pues Rodolfo Urtubey demostró que el gran consagrado sería él, por lo que el último tramo de la campaña se centró en disputar el segundo puesto. ¿Por qué un antikirchnerista confiaría más en Romero que en Olmedo? No niego que Romero sea un fiel representante de la Oposición (el más fiel quizás) y que Olmedo es un candidato independiente que, aliado al pueblo salteño, no juega el juego político de Oficialistas contra Opositores, ¿pero acaso la gente olvidó el prontuario del Júcaro?, ¿acaso es preferible un hombre necesitado de fueros antes que alguien que propone lo que la gente pide? No me parece raro que a Romero lo hayan votado, me parece raro que, estando al borde de la derrota como lo estuvo, de una elección a otra haya incrementado tan ampliamente el número de adhesiones.

Algunas pruebas y muchas conjeturas

Para que no crean que estoy hablando desde el resentimiento o la envidia, me parece oportuno ofrecer pruebas de las irregularidades. Para ello basta con revisar los telegramas que las autoridades de mesa enviaron a la justicia electoral para hacer el recuento de votos (dichos telegramas están disponibles libremente en Internet).

Veamos:
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En esta mesa del departamento Anta figura que hubo 177 votos. Si uno cuenta los votos registrado para la categoría Senador Nacional notará que el resultado es 176, mientras que en la categoría Diputado Nacional figuran 182 votos en total. Es notorio, además, que el 8 del 28 que registra el Partido de la Victoria parece un 3 adulterado. 3 + 8 = 5. 177 + 5 = 182.
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En esta mesa de Metán figura que hubo 244 votos, sin embargo la suma para Senador Nacional da 231 y la de Diputado Nacional, 229. Llama la atención que el romerismo ganó ampliamente esa mesa y Salta Somos Todos apenas consiguió 4 votos.
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Esta es una mesa de Capital. Nuevamente a esta gente le falló la calculadora: figuran 285 votos emitidos, pero la suma total en la categoría Senador Nacional da 281, y la de Diputado Nacional, 278.
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Otra mesa capitalina. 292 votantes, 284 votos en la columna de Senador Nacional, 295 en la de Diputado Nacional. Hay también una mancha sobre los votos a Jasbel Singh; la mancha cubre, evidentemente, dos cifras; la primera de esas cifras parece ser un 7.
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Estos son los casos más graves. Departamento Santa Victoria. La mesa 3243 registra 113 votos. Sin embargo, al sumar, 109 votos aparecen en la categoría Senador Nacional y 108 en la de Diputado Nacional. Es curioso que el Frente Popular Salteño registre 27 votos para Romero y 26 para Durand Cornejo, mientras que más arriba se lee que el MIJD, una colectora romerista, sumó 3 votos. ¿Los tres votantes de Ibarra cortaron boleta?

La mesa 3244 es, por su parte, mucho más irregular que la anterior. Figuran sólo 21 votos emitidos, pero la categoría de Senador Nacional registra 19 y la de Diputado Nacional 11, ¡y todos para Evita Isa! La cuestión se vuelve más grave al indagar sobre las autoridades de mesa: la presidente, María Angélica Domínguez, puso un DNI que, si se consulta en el padrón, se comprueba que le pertenece a un hombre. Ahora bien, si a su vez uno se fija en el padrón a través del nombre, encontrará que la única María Angélica Domínguez cuyo DNI comienza con treinta y tres millones ¡vive en Córdoba!

También es extraño que ambos telegramas hayan sido llenados por la misma persona, pues la letra manuscrita en uno y otro es la misma. Quizás ello se deba al analfabetismo de las autoridades de mesa. Puede ser. Espero que así sea.

Creo que este repaso breve sobre un puñado de telegramas demuestra que pasaron cosas raras en las últimas elecciones, algo que, tristemente, es muy común en estos contextos. Pero el problema es que hay otras irregularidades (como el bloqueo y la compra de fiscales, sustitución de identidad del votante, voto cadena, etc.) que no se pueden mostrar con tanta facilidad. Conociendo Salta, conociendo a Romero, no me quedan dudas de que ellas existieron.

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