lunes, 7 de octubre de 2013

Fracaso electrónico

No creo que sea una exageración sostener que las PASO de ayer fueron un fracaso. En Orán, el  Diputado Nacional Alfredo Olmedo fue uno de los primeros en señalar que el acto de elegir autoridades estaba siendo opacado por el sistema dispuesto para ello. Desde las páginas de El Tribuno, es decir desde el órgano oficial del romerismo, se llegó a calificar de “jornada caótica” al episodio electoral de ayer.

El voto electrónico generó toda clase de problemas en Salta. Creo que el mejor resumen sobre lo ocurrido con la nefasta innovación lo proporcionan los Caro Figueroa:
El paso "a producción" de un sistema que solo se había ensayado de forma parcial en elecciones anteriores, desmintió en pocas horas varios años de propaganda gubernamental en torno a la comodidad y eficiencia del nuevo sistema. 
El dispar comportamiento de las máquinas y la deficiente formación de autoridades de mesa, técnicos, fiscales, apoderados y electores, condujo a un caos solo superado por la enorme cantidad de candidaturas que se ofrecían a los ojos (y dedos) de los votantes. 
Las reclamaciones comenzaron desde hora temprana y se centraron en dos aspectos principales: el imprevisible comportamiento de las máquinas y las largas esperas para poder utilizarlas. 
La sencillez del sistema saltó por los aires cuando los electores debieron enfrentar colas de hasta una hora en escuelas poco preparadas para las esperas prolongadas. 
La privacidad del voto desapareció, no solo porque el emplazamiento de las máquinas no guardaba en muchos casos la distancia necesaria para asegurar al elector un mínimo espacio de intimidad, sino porque muchas personas necesitaron de la asistencia de otras para poder grabar su voto. 
Muchas máquinas dejaron de funcionar y debieron ser reemplazadas por otras, sin que las autoridades de mesa pudieran asegurarse que el mal funcionamiento no afectó la forma en que las boletas fueron grabadas por la máquina fallida. Las impresoras con que los terminales vienen equipadas provocaron más de un inconveniente que acentuaron los retrasos y los enojos entre los electores. 
Contrariamente a lo que afirmaba la propaganda del gobierno, el voto electrónico no impidió el despliegue de prácticas corruptas y de intentos de fraude. 
Varias personas resultaron detenidas al comprobarse que ofrecían dinero a los electores a cambio de su voto. A diferencia de elecciones anteriores, el sistema extorsivo tenía ahora algún viso de prosperar, ya que con el voto electrónico el elector se retira de la mesa con un comprobante impreso de su elección, algo que no sucede con el voto de papel. 
Muchos activistas rentados por los partidos se disfrazaron de instructores del Tribunal Electoral para inducir el voto de los electores menos avisados frente a los terminales de práctica dispuestos en la mayoría de las escuelas. 
La comunicación de los datos del recuento sufrió una inusual interrupción de una hora, echando por tierra la especulación del gobierno en torno a que los datos se conocerían con mucha mayor anticipación que en elecciones anteriores. Las protestas generalizadas no consiguieron empero que la autoridad electoral despejara las dudas acerca de la verdadera causa de tan prolongado corte en la comunicación de los resultados.
¿Y cuáles fueron los beneficios de todo este suplicio? Creo que ninguno. Hoy vemos que en Capital el PJ, el PO, Salta Somos Todos y el Frente Salteño eran las cuatro fuerzas más votadas. ¿Pero esto es realmente así? ¿Podemos estar seguros de ello después de tanto voto cantado, cortes en la fibra óptica y emisión de comprobantes útiles para el ejercicio del clientelismo? El voto electrónico me deja más dudas que certezas.

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