sábado, 6 de julio de 2013

Sobre las asignaciones familiares

Los nombres y las sangres

La lista oficial con la que el Frente para la Victoria de Salta encarará las elecciones de este año es una obra maestra del nepotismo esotérico. “Urtubey” e “Isa” son los apellidos más visibles en la boleta. Si a ello se le suman los nombre simbólicos de “Evita” (Isa) y “Cristina” (Fiore), parecerá que el Oficialismo consiguió recrear cierta mística peronista en la que se combina a dos hombres de acción con dos mujeres de entrega. Sin embargo ello no es más que una ilusión óptica.

Urtubey, en este caso, es Rodolfo, un representante de la capital (de la Capital Federal) que con casi 200 millones de dólares en el bolsillo no supo hacer lo suficiente como para comprarse el corazón de los salteños.

Lo de Evita Isa es también penoso. La hija del Intendente se presenta como la novedad pero no demuestra ninguna intención de innovar. Es decir cuando Evita Isa sostiene eufórica que “la reforma de la Justicia es una lucha que recién se inicia” y se declara a favor de la eliminación de la República, queda claro que su sangre no es nueva sino tan sólo más joven: es más de aquello que actualmente nos está hundiendo, sólo que en un envase nuevo.

Mientras la mayoría de los kirchneristas empiezan a planificar su abandono de la delirante epopeya totalitaria de Cristina Kirchner (para refugiarse en las filas de Massa, Scioli, Sabatella o cualquier otro), Evita Isa no tiene problemas en admitir que está dispuesta a despojarse de su independencia en Salta y bancar lo peor del régimen K si llega a Buenos Aires. Y lo más indignante de todo es que a su campaña tan obscena la pagamos entre todos, gracias al famoso impuestazo que Miguel Ángel Isa impuso para financiarle la carrera a su hija sin tener que estar pidiéndole fondos a nadie.     

Peor que Caín

En la lista del Frente Popular Salteño, es decir en la lista de Juan Carlos Romero, aparece Sonia Escudero. La señora Escudero va por su tercer mandato como Senadora de la Nación, o sea intenta asegurarse seis nuevos años en su cargo para llegar a cumplir los 216 meses viviendo orondamente de la política.

Pero el principal problema del Frente Popular Salteño no es Escudero intentándose eternizar en el puesto, sino que lo más criticable de esa fuerza política es la presencia del propio Juan Carlos Romero. Al Júcaro los salteños lo hemos tolerado durante demasiados años. Sabemos, por tanto, que clase de persona es.

Ahora resulta que es Roberto “Tito” Romero el que nos recuerda de qué hablamos cuando hablamos del Júcaro. En una entrevista con Mario Peña, “Tito” Romero recordó que fue el propio Senador Nacional el que convenció a los otros Romero dueños de El Tribuno para que lo expulsen de la dirección del diario, allanándose así el camino para convertir al diario líder de Salta en un vocero oficial del Júcaro. Y agregó que sus sobrinos, es decir los hijos de Juan Carlos Romero, son igual de codiciosos, inescrupulosos y viles que el padre que los engendró. La misma sangre, la misma lucha.

Las pymes

Al frente del Oficialismo y la Oposición está Salta Somos Todos, una lista que propone el cultivo de valores, la revolución de ideas y la clarificación de los discursos para promover la Fraternidad entre compatriotas. Por supuesto que es Alfredo Olmedo el nombre más reconocible de Salta Somos Todos. Este hombre, dueño de una importante fortuna, quijotescamente optó por saltar a la arena política con la intención de ponerle un freno al descarrilamiento social, cultural y económico que vive la Argentina contemporánea. Pese a que hace cuatro años reside en Capital Federal, Olmedo es uno de los salteños que en los últimos 48 meses más han recorrido la provincia, visitando ciudades y pueblos, conversando con la gente, involucrándose en la comunidad.

Junto a Olmedo hay otra gente como Jasbel Singh o Ramona Riquelme, una para aportar juventud y la otra para aportar experiencia. Ninguna de las dos es familiar, ni amante ni siquiera amiga de Olmedo, pero ambas si son dos ciudadanas con una gran sensibilidad social y un inquebrantable compromiso con los buenos valores que merecen ocupar los cargos electivos que de otra manera quedarían en manos de chupópteros como Evita Isa o Sonia Escudero.

También frente a Salta Somos Todos, y a la par del Oficialismo y la Oposición, aparecen otras fuerzas provinciales que apuestan –a diferencia del olmedismo– por cerrar la política a la ciudadanía para tornarla en un asunto de familias disputándose los dineros públicos. Un caso paradigmático es el del Partido Obrero, en donde el matrimonio formado por Claudio del Plá y Cristina Foffani se las arreglan para embaucar a muchos salteños (especialmente a los jóvenes) con el fin de venderles rebeldía cultural y cambio social sólo para cobrar una cifra proveniente del tesoro público que de otra manera no podrían obtener.   

Y otra familia que busca convertir a la política en su modus vivendi (olvidándose que el político está para servir a la gente y no para servirse de ella) es la familia Biella. Bernardo y Juan Biella estuvieron a punto de sabotear el acuerdo al que habían llegado la Unión Cívica Radical, el Partido Propuesta Salteña y el Frente Amplio Progresista, embriagados de una soberbia que los llevó a intentar imponer los nombres de la lista que su coalición presentaría para las elecciones. Una muestra de prepotencia lamentable de alguien que triunfó en política gracias a los votos prestados.  

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