Políticos
contra ciudadanos
Si
hay algo que caracteriza a la campaña electoral de este año en Salta es su
suciedad. Es sucia porque hay una competición por ver quien enchastra más
paredes. En un país donde hay escasez de trigo y el precio del pan se fue a las nubes, a la harina no se la está usando para hacer alimento sino para preparar
el engrudo que termina sosteniendo unos afiches que, con suerte, sobrevivirán
uno o dos días antes de ser profanados, arrancados o tapados por nuevos afiches.
Y ni hablar de los incontables litros de pintura desperdiciados, que a estas
alturas bien podrían haber servido para reacondicionar escuelas (como esa
escuela que hace poco fue vandalizada por un grupo de lesbianas extremistas).
Típica pared salteña en épocas de elecciones |
Prácticamente
todos los municipios de la provincia buscan imitar la decisión del municipio
capitalino, garantizando así la agresión de la casta política contra el
ciudadano común. Rosario de la Frontera intenta ser la excepción, ya que su Concejo
Deliberante aprobó la propuesta de directamente frenar la parafernalia afichera
y muralista, obligando a las fuerzas políticas en pugna a replantear su
estrategia propagandística.
Las
bajezas
La
excepción, claro, la genera el olmedismo. En efecto, desde Salta Somos Todos se
ha decidido no tapizar las calles con fotos y nombres, sino utilizar diversos
medios para acercarles las propuestas a la gente. Porque todos sabemos que
Romero, Urtubey y Biella quieren ser Senadores de la Nación , pero aún estamos
esperando saber cuáles son sus propuestas para mejorar la vida de los salteños.
Ninguno de ellos ha hablado, por ejemplo, de temas sensibles como la
reinstauración del Servicio Militar Obligatorio o la lucha frontal contra el
narcotráfico y la cultura de las drogas que tantas vidas se está llevando día a
día. ¿Será quizás porque –a diferencia de Olmedo que si aborda esas cuestiones–
sus posiciones fluctúan, y tal vez estén hoy de acuerdo y mañana en contra o al
revés, dependiendo siempre de para donde sople el viento de los que mandan
desde Buenos Aires (y desde Washington, Nueva York o Londres)?
Lo
peor de todo son las bajezas. Romero ha utilizado su diario para atacar a la
madre de Urtubey por supuestamente haber maltratado a una empleada doméstica suya, dando a entender que la “misma sangre” es repugnante. A su vez, desde el
gobierno han mandado a un pelele como Federico Posadas a decir que la candidatura de Zottos responde a una estrategia antidemocrática de la Oposición para debilitar al Oficialismo. Y ni ganas tengo de hablar acerca de los cruces verbales entre
Zottos y Loutaif, o entre los renovadores que intentan recuperar su partido y
los que buscan asegurarse sus puestos de funcionarios ante la decepción del aún
vivo Roberto Ulloa.
Olmedo,
en cambio, permanece ajeno a esas disputas. Porque Olmedo no es un político
oficialista ni opositor: la guerra entre Urtubey, Romero y Zottos es una guerra
entre políticos, los tres buscan asegurarse su futuro, olvidando que lo que en
realidad deberían de hacer es estar pensando en como trabajar por el pueblo
salteño. Olmedo hace esto último, de allí que su discurso sea diferente. Y
Olmedo es tan diferente de los demás candidatos que éstos le tienen el miedo
suficiente como para evitar debatir con él.
Además,
no lo olvidemos, Olmedo inquieta al poder local que sirve al gobierno nacional, ¿o ya
nadie se acuerda del policía vinculado al narcotráfico que, una vez capturado,
confesó que había realizado espionaje ilegal en contra de Olmedo durante 2011? La Presidente dijo que le “corrió un frío por la espalda” cuando se enteró de las operaciones de espionaje
norteamericano denunciadas por Edward Snowden, ¿y lo que mandó a hacer Urtubey
no le generó algo parecido?
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