En Hispanoamérica hay muchos personajes que quieren liberalizar el consumo de drogas. Presidentes de Guatemala, Colombia, México y Brasil han planteado abiertamente la posibilidad. En el Uruguay de José Mujica directamente se ha dado ese arriesgado paso y ya se está camino a ello. Y en nuestro país no faltan todos esos promotores del genocidio que, desde la tribuna política, hacen campaña por la causa (v. gr. Victoria Donda, Aníbal Fernández, Ricardo Gil Lavedra, Eugenio Zaffaroni y varios otros).
El Papa Francisco, en cambio, en su campaña por combatir a todos los cínicos y perversos que alejan a la gente de Dios, les ha dicho a estos verdaderos mercaderes de la muerte:
No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química.
La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad.
Es preciso afrontar los problemas que están a la base de su uso promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro.
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