martes, 11 de marzo de 2014

Rocío Marengo, Andrés Suriani y el amor por interés

Suriani

Hace poco recibí en el blog la visita de Andrés Suriani, de un hijo de Suriani o de alguno de los muchos surianistas (?) que me recordó la disputa que se desencadenó entre el periodista y politólogo y la dirigencia de Salta Somos Todos después de las elecciones de noviembre último. Creo conveniente ahora dar mi opinión sobre el asunto. 

Para que no lo olvidemos, el problema, básicamente, fue el siguiente: después de las PASO provinciales, a SST le correspondía una determinada cantidad de dinero que el Estado les da a los partidos para que realicen campaña; dicho dinero fue cobrado por la gente de SST pero nunca llegó a Andrés Suriani, a la sazón el candidato amarillo a Senador Provincial por Salta capital; Suriani, después de las elecciones que perdió, denunció la situación ante la justicia y ante la prensa, sosteniendo que lo sucedido era completamente reprochable. 

En un texto que denominé "Lo que pienso de Andrés Suriani" señalé que, personalmente, comparto muchos puntos de vista políticos con él y lo admiro por encabezar una cruzada para vindicar a los vituperados Bravos de Manchalá. Lo que no me gusta de él, empero, es su pertenencia orgánica al peronismo, lo que significa que -como Bernardo Biella- no es un olmedista, no es un miembros de SST, sino que es alguien con un estilo político definido y una idea de país concreta, que no necesariamente coincide punto por punto con lo de Olmedo, y que hasta difiere radicalmente en muchas cuestiones que son esenciales. 

El olmedismo, creo no equivocarme, es un catolicismo político, una variante de la democracia cristiana, un humanismo de centro radical. El peronismo no sé bien que es, porque se ha desdibujado tanto en los últimos tiempos debido a su vocación de gobernar siempre y no dejar gobernar a los demás. Entonces definirse hoy en día como "peronista" es más o menos lo mismo que admitirse como pragmatista y rechazar lo de ser un principista. Los diversos peronismos se diferencian en eso: todos son pragmatistas, pero varían en relación a los principios con los cuales simpatizan (pero ante los cuales, claro, no adhieren plenamente). 

Marengo

Romina Arroyo fue electa concejal en la ciudad de Salta por la lista de SST. Ella representaba a "Por la Vida", el sublema que respondía a Suriani. Tras asumir su cargo, Romina Arroyo no tardó ni una semana en romper con SST y armar su propio monobloque, el cual se alineó con los concejales que responden al Intendente Isa. No creo especular maliciosamente al sostener que lo de Suriani en el Senado de la Provincia no hubiese sido muy distinto. 

En enero del año pasado escribí un texto sobre la modelo Rocío Marengo. Allí reflexionaba acerca del intento de Marengo de convertirse en candidata a un puesto electivo. En pocas palabras, lo que señalé es que, si bien a Marengo no la votaría, si sostengo que ella tendría que poder candidatearse a lo que desee sin chocar con tantos obstáculos. En Venezuela, EEUU, Canadá, el Reino Unido y muchos otros países cualquiera puede presentarse a elecciones si cumple con los requisitos mínimos, dado que en esos lugares no se precisa del respaldo de un partido, como si sucede aquí en la Argentina. 

Rocío Marengo resultó peronista

Volviendo sobre Suriani destaco lo mismo: en nuestro país, un hombre como él debería poder presentarse a cuanta elección quiera sin necesidad de usar una plataforma ajena para ocupar un cargo que ejercerá según su propio criterio. Si ello fuese posible, este choque absurdo entre Suriani y SST se habría evitado, ya que cada uno habría ido por su lado, y los malos entendidos nunca se hubiesen producido. Pero las cosas no sucedieron así, y la lógica actitud de emplear el dinero para no apoyar a un candidato más ajeno que propio terminó provocando el enojo de Suriani y sus repetidos intentos de desprestigiar lo más interesante que tiene el escenario político de la Salta actual. 

La Revolución Amarilla

Hace tiempo que vengo hablando de la necesidad de que Salta viva una Revolución Amarilla. La misma consistiría, simplemente, en la apertura de la política a la ciudadanía. Es decir lo que propongo -y creo que es factible a través de Salta Somos Todos- es acabar con la politiquería, acabar con los candidatos veletas y sin principios, acabar con los que se sirven de la política como si fuese una pyme, acabar con los que se creen dueños de la política, y permitirle el acceso a los que tienen voto pero no tienen voz. 

Para esto es necesario no un partido, no un PJ o un PO, o algo así, sino que más bien se precisa de un movimiento. Un movimiento que lleve al poder a gente que esté lista para producir el cambio y no a los que quieren cambiarse de bloque una vez que asumieron el cargo. Sinceramente me gustaría ver en Salta eso que he señalado: candidaturas libres e independientes, para que todos los Biella, todas las Arroyo y todos los Suriani hagan sus propuestas, manejen sus recursos, consigan sus puestos y hagan lo que tienen que hacer en nombre del pueblo, al mismo tiempo que SST recupera a la virtud republicana y cambia el rumbo decadente en el que vive el país.  

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