Finalmente se definió la elección
de autoridades del Concejo Deliberante de la Ciudad de Salta: el Presidente pertenece al Frente
Salteño, el 1º Vicepresidente al Partido Justicialista, y el 2º Vicepresidente
al Partido de la Victoria. Tal
decisión nació de lo que yo llamo un “pacto republicano” entre la gente que ha
mostrado respeto por la
Constitución (tanto por la Nacional como por la Provincial ), o sea
entre la gente de todos los bloques políticos excepto los del Partido Obrero.
Pablo López, un Diputado Nacional por el PO, calificó a este acontecimiento de “contubernio” y dijo que Miguel Isa, Juan Manuel Urtubey, Juan Carlos Romero y
Alfredo Olmedo se han unido para perjudicar a los suyos. Sin embargo este sujeto
enemigo de las tijeras y de la
Prestobarba no tiene idea de lo que habla.
Quienes aprobaron la fórmula
Villada-Fonseca-Moya fueron los miembros del PJ, del FS, del PV y de Salta
Digna (la Concejal Romina
Arroyo), pero no Ángela Di Bez, Concejal por Salta Somos Todos y representante
más fiel del olmedismo. Sucedió que, para combatir a los extremistas del PO,
los concejales habían acordado en las últimas semanas que Villada del FS sería
presidente e iría acompañado por alguien del PJ en una de las vicepresidencias,
y por Di Bez en la otra. Pero después Di Bez se enteró que el propuesto por el
PJ era nada más y nada menos que el nefasto “Turi” Rodríguez, un sujeto al que
si le quitan los fueros de la noche a la mañana y le hacen una auditoría
sorpresa a su patrimonio, el tipo tendría que salir disfrazado hacia Bolivia
para que no lo encuentren y le impongan varias cadenas perpetuas. Obviamente
que alguien como Di Bez no estaba dispuesta a tolerar a semejante descuidista como compañero, así que decidió retirar su nombre de la nómina (al final la
reemplazó Abel Moya, un sindicalista que se declara “vecinalista” pero que a mi
no me genera mucha confianza). La gente del PJ tuvo también algo de decencia, y
terminó apartando a Rodríguez para que Frida Fonseca tome su lugar.
¿Cuál es la lección de este
episodio? Yo creo que los políticos, para frenar a una fuerza destructiva y
parasitaria como el PO, avanzan hacia la reunificación del peronismo. Lamentablemente.
Esto no es sólo una ocurrencia
mía: el Diputado Provincial Marcelo Astún convocó a Juan Carlos Romero, a
Alfredo Olmedo y a todos los que alguna vez pasaron por el PJ a retornar al
partido para que en las próximas elecciones esa fuerza se asegure el imponerse
ante el PO, a quien, supongo, ve crecer como la primera y tal vez única fuerza
de la Oposición
dispuesta a desplazar al actual Oficialismo del poder. Es que los tiempos están
cambiando: el Júcaro, quien antes se imaginaba como un caudillo presidenciable,
hoy en día se ha conformado con oficiar de embajador norteño de Sergio Massa y
pretende usar el nombre del bonaerense para renovar su ya archiconocido rostro
(y prontuario); en tanto que Juan Manuel Urtubey, ante la finalización de la
fiesta kirchnerista, intenta pegar el salto nacional sin recibir apoyo de los
propios ni interés de los extraños. Por tanto ya no parece haber discordia
entre los peronistas, y todo indica que parece más factible verlos a todos
ellos lograr la unidad, que seguir presenciando como se distancian los unos de
los otros.
Lo que pretendo apuntar es que en
la actualidad, con la economía desbarrancándose a causa del derroche y la
corrupción, ya no hay diferencias entre los peronistas que se autodenominan
“kirchneristas” y los que rechazan ese adjetivo. De ese modo, el año próximo, cuando
la gente esté completamente indignada con los gobernantes peronistas, el voto
se desviará hacia los que les hagan frente a los mismos. Y allí aparece el PO,
como una hoguera que se alimenta de la bronca de la gente.
Pues bien, decía yo que López se
equivocaba al afirmar que Olmedo se ha unido a Urtubey, Isa y Romero. Creo que
la actitud de Di Bez lo prueba: el pacto republicano para salvar a las
instituciones municipales de la plaga roja del PO era una necesidad, pero hay
cosas que no se pueden tolerar, y una de ellas es que el infame “Turi” siga
mandadando después de todas las que, justamente, se mandó. El temor de los
peronistas de verse desplazados los estimula a reunirse, sin fijarse en los
antecedentes que cada uno de estos dirigentes carga. Esa no es la idea del
olmedismo.
El olmedismo, de hecho, es
exactamente lo contrario a ese hambre de poder del peronismo contemporáneo. La
renuncia de Di Bez es el mejor ejemplo. Y es también transparencia y apertura,
como lo atestigua Carlos Zapata desde la Cámara de Diputados de Salta. Y, ciertamente, es
salud, educación, trabajo, justicia, solidaridad, fraternidad, libertad, Dios,
patria y bandera, o sea todo lo que ha dejado de ser el PJ (el Oficialismo), y
todo lo que nunca será el PO (la
Oposición ).
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