En las últimas semanas Salta se
vio sorprendida por la rauda aparición de dos ONGs foráneas: Greenpeace y la Organización Barrial Tupac Amaru. Los miembros Greenpeace no tuvieron mejor idea que asaltar la Catedral de Salta y
colgar una bandera acusando al Gobernador Juan Manuel Urtubey de estar desmontando
rapazmente el territorio provincial. Los tupamaros, en cambio, atacaron a las
oficinas del Instituto Provincial de Vivienda, exigiendo que se les otorgue
terrenos y un generoso crédito para la construcción de casas.
Miembros de la Tupac Amaru siendo desalojados del IPV |
Mientras todo esto se desarrolla,
en paralelo, Olmedo recorre la provincia para llevar su mensaje de seguridad,
orden y solidaridad a todos los rincones. Y en ese ir y venir de un lado hacia
el otro, se encuentra con ciudadanos salteños con problemas, que reclaman que
las autoridades hagan lo que tienen que hacer y les brinden soluciones. ¿Qué hace Olmedo en esas
situaciones? Intervenir, usar su puesto de representante del pueblo para ser
mediador entre la gente y los gobernantes. Así pasó en Embarcación y en
Tartagal, donde evitó cortes de ruta de gente que pedían obras de
infraestructuras vitales para sus hogares. Y pasó nuevamente entre la noche del
lunes y madrugada del martes, cuando un grupo de gente se salvó de ser apaleada
por la policía que tenía la orden de desalojar un terreno en el barrio San Ignacio de la capital provincial. Sucede que los Godoy le habían prometido a
varias familias que les darían tierras a cambio de trabajo para su campaña,
cosa que la familia de políticos al final incumplió.
Ese es el contraste que vive
Salta: políticos queriendo resolver sus problemas, y ciudadanos queriendo hacer
valer sus derechos. Romero de un lado, y Olmedo del otro.
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