jueves, 19 de junio de 2014

La demagogia viaja en colectivo

Hay que comenzar señalando lo obvio: lo gratuito no existe, pues alguien siempre termina pagando por lo que se cree que no tiene ningún costo. Sin embargo esta circunstancia no implica necesariamente que todo tiene que tener una tarifa explicitada. No es malo hacer regalos, lo único es que hay que tener en cuenta quienes son los destinatarios de dichos regalos.

En Salta sólo los policías viajaban gratis en colectivo. No hay ninguna ordenanza o ley que estipule ello; las empresas de transporte les otorgaban ese privilegio como un reconocimiento por su labor en defensa de la comunidad. A los policías ahora se les sumaron los estudiantes y los jubilados como beneficiarios de los boletos gratuitos de colectivo. ¿Por qué? Pues porque necesitan desplazarse de un lugar de la ciudad a otro y suelen ser gente con recursos más bien limitados (los jóvenes porque, en nuestro país, tienen prohibido trabajar y juntar su propio dinero, y los ancianos porque se los castiga recortándoles los sueldos).

En lo personal estoy de acuerdo con que policías, jubilados y jóvenes viajen gratis en colectivo, aunque creo que el beneficio no debería extenderse a los estudiantes superiores ni a los alumnos del secundario que traspasen los 18 años, pues quienes integran esos grupos ya son económicamente activos, o sea ya pueden trabajar. En Argentina ser estudiante terciario o universitario es ridículamente sencillo: con ir hasta una universidad o a un terciario público a principio de año llevando un par de fotocopias y un formulario, ya se está adentro del sistema educativo superior. Así de fácil es (salvo, claro, por unos pocos lugares en los que se exige un examen de ingreso –lo cual, dicho sea de paso, debería ser la norma para todas las universidades y los terciarios, y no la excepción extraordinaria como actualmente es–). De allí que prácticamente cualquier persona puede inscribirse en alguna institución de educación superior, obtener una constancia de que lo ha hecho, hacer los trámites correspondientes y no volver a pagar nunca más un boleto de colectivo. Por ello es claro que resulta demagógico incluir en el proyecto de boletos gratuitos a los estudiantes de más de 18 años: es un regalo que no merecen, es un mal uso del dinero del Estado.

Lo que también termina siendo demagógico es lo que hicieron los concejales isistas en la ciudad de Salta. Al extender el boleto de colectivo gratuito a los miembros del grupo de adictos en recuperación y de mujeres embarazadas sin obra social, se está cargando sobre las espaldas del trabajador (pues el dinero público en Argentina proviene de allí, ya que la industria escasea) a los parias de la sociedad.

Ciertamente un drogadicto que intenta dejar la vida destructiva en la que voluntariamente se metió y una mujer que no supo cerrar las piernas a tiempo para no sumar más pesares a su vida merecen compasión. Pero todavía no entiendo por qué deben recibir privilegios. En un país donde el trabajador no llega a fin de mes, resulta chocante que el lumpenproletariado –que, a diferencia del joven estudiante o del jubilado, a la sociedad puede retribuirle entre poco y nada– goce de un beneficio que a más de un asalariado le gustaría gozar para aliviar un poco su castigado bolsillo.

Pero los y las pobres infelices que se drogan o que se embarazan sin tener recursos para darles de comer a sus hijos no son culpables de esta situación injusta; quienes en verdad tienen la culpa de todo esto son -como no podía ser de otro modo- nuestros políticos salteños. La postura del isismo es parte de la campaña electoral del Intendente de Salta, quien, consciente de su baja popularidad, ha empezado a otorgar dádivas a diestra y siniestra, sumando a sus equipos a gente de los más variados perfiles, con la intención particular de conquistar el voto de los huérfanos espirituales de la provincia, los cuales –tras tantos años de gobiernos promotores de la decadencia– conforman la porción más amplia del electorado local. Isa sabe que el trabajador salteño no lo va a votar, entonces, deliberadamente, se ha puesto en su contra ejerciendo la más vergonzosa demagogia.   


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