En el año 2001 Argentina sufrió
un colapso económico que desencadenó un cataclismo social. Fue la época de los clubes
de trueque, de los cartoneros, de los piqueteros. En 2002, Eduardo Duhalde asumió la
presidencia del país. En medio de la crisis estableció una suerte de pacto
social, mediante el cual empresarios, sindicatos, políticos y demás actores
nacionales se comprometieron a trabajar juntos para sacar al país del pozo.
El proceso de recuperación
argentina empezó en 2002 con Duhalde como presidente y concluyó en 2006 con
Kirchner ocupando ese puesto. Tanto Duhalde como Kirchner mantuvieron a Roberto
Lavagna en el estratégico puesto de Ministro de Economía.
En 2006 Kirchner intentó ir por
la reelección. Para testear el clima, apoyó al Gobernador Rovira en Misiones,
un hombre afín a su gobierno que quería reformar la Constitución de su
provincia para continuar en el poder. Los misioneros, empero, votaron mayoritariamente
a Monseñor Joaquín Piña, el principal rival de Rovira. Y no lo hicieron porque
se hubiesen convertido en clericalistas o nada parecido, lo hicieron porque,
por una vez aunque fuese, querían ver a gente decente ejerciendo el poder.
Como la imagen de Néstor Kirchner
era muy conocida entre la gente, el Presidente se bajó de su sueño
reeleccionista y le cedió el espacio a su esposa. Ella podía inventarse como alguien
que no era, con el fin de satisfacer al votante argentino. Así, durante la
campaña presidencial de 2007, Cristina Fernández de Kirchner fue presentada
como una diplomática que era capaz de enseñarle a la ONU como hacer su trabajo, como
una abanderada internacional de los Derechos Humanos, como una Madrina de las Artes y las Ciencias, y como una mujer con una gran preparación académica que podía
hablar en público de un modo muy teatral, es decir en 2007 quisieron hacernos
creer a los argentinos que Cristina era una verdadera estadista, bastante
diferente a su marido, el cual era un hombre más de la vieja política.
Al final Cristina ganó. Néstor
Kirchner festejó así el haberse independizado de Duhalde, y se dispuso a gobernar,
ahora si, según sus propios términos. En 2008, mientras el kirchnerismo
comenzaba a mostrar su verdadero rostro, estalló el conflicto con el campo. De
allí nació La Cámpora ,
los cyber-K, 678, y todo lo más nefasto del kirchnerismo que generó una grieta en la sociedad. Desde entonces vivimos en la decadencia económica, política,
social, cultural y moral.
Los salteños recordamos a
Hernando de Lerma, fundador de la ciudad de Salta. Como gobernante, Lerma fue
denunciado por su comportamiento despótico y corrupto –tal vez gritaba “¡éxtasis!”
al ver una caja fuerte. Es por ello que existe la estatua en homenaje al Virrey
Francisco Álvarez de Toledo (y existía una avenida en su honor): Toledo fue el
autor intelectual de la fundación de Salta y, como dirigente político y como
persona, fue mucho más destacable que Lerma. Hoy en día Néstor Kirchner es
nuestro Lerma, creo que si hubiera que rescatar a alguien en la última década,
ese sería Roberto Lavagna.
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