lunes, 27 de octubre de 2014

Bolivia se expande

En la actualidad Bolivia demuestra ser un país pujante, cuyo manejo de la economía nacional lo ha posicionado en un lugar ventajoso ante Argentina. De allí que en los últimos tiempos haya empezado a latir algo que en otra época hubiese parecido insólito: la posibilidad no sólo de que Bolivia avance sobre nuestro territorio, sino que además nuestra población opte por acoger a ese avance como una posibilidad de salvación. Los Kirchner han logrado algo asombroso: castrar el orgullo de ser argentino. 

Tristes trópicos

En el año 2012 se conoció en el país la noticia de que un grupo de ciudadanos chilenos de la región de Aysén clamaban por ser argentinos. Se trataba, claro, de una ironía, puesto que de ese modo aquella gente generaba eco a su protesta: postergados en materia de transporte, salud y energía, la gente de Aysén estaba dispuesta a renunciar a su ciudadanía para recibir aquello que es vital para vivir una vida digna. El Presidente Sebastián Piñera, preocupado por la situación, reaccionó enviando a varios ministros de su gabinete para consensuar soluciones con la ciudadanía.

San Martín es un departamento en el norte de Salta que, pese a las diferencias geográficas, bien podría ser hermano de Aysén. El Trópico de Capricornio domina la vida cotidiana de la zona. En los meses primaverales y veraniegos, los termómetros estallan en ciudades como Tartagal, Embarcación y General Mosconi, pues la temperatura llega a alcanzar los 50º. Resistir ese calor no es fácil, y más cuando la gente de allí se encuentra con el mismo abandono que sufre la gente de Aysén: escasez –por no decir completa desaparición– del agua potable y de la energía eléctrica. Y, al igual que los chilenos reaccionan solicitando convertirse en argentinos, estos argentinos reaccionan solicitando convertirse en bolivianos, pues mientras el sistema hídrico y energético colapsaba aquí y la gente salía a las calles a protestar, del otro lado de la frontera vivían su día como si se tratase de cualquier otro día.

¿Cuál ha sido la respuesta de la Presidencia de la Nación ante semejante escándalo? El más absoluto desinterés, claro. Para esa gente, el norte de Salta, simplemente, les importa un bledo. Mientras la región no entre en rebelión fiscal, entonces para ellos no hay nada de que preocuparse, ni mucho menos nada de lo cual ocuparse.

El calor y la crisis

Los Diputados Provinciales del norte de Salta, oficialistas y opositores, coincidieron en que es urgente que el gobierno intervenga para que la provisión de agua y energía esté garantizada. La ausencia de estos servicios ha sumido a la zona en la indignación y la violencia.

El sábado 18 de octubre, mientras que un apagón afectaba a Tartagal y las canillas de la ciudad no otorgaban ni una gota de agua, un motín de detenidos estalló en la Comisaría Nº 42. Los encerrados esperaban que llegase un camión de bomberos a entregarles un poco de agua, sin embargo las autoridades de la unidad policial les enviaron a un equipo de fumigación que había pautado previamente trabajar ese día en aquella dependencia policial. Los detenidos se enfurecieron con la situación, y se rebelaron. En consecuencia varios oficiales se vieron obligados a intervenir para detener la sublevación. Al final la propia policía intentó desmentir el hecho, asegurando que no hubo ningún motín –por más que los vecinos de la zona digan lo contrario.

Pero eso no fue todo. El norte de Salta está poblado por un ejército piquetero que, desde hace años, trabaja por generar caos para llamar la atención. Ante un escenario de calor y crisis, estos sujetos no se privaron de actuar. Así fue como cortaron la ruta nacional 34 a la altura del acceso a General Mosconi, y se apropiaron de un ómnibus de pasajeros y de un camión cisterna.   

Cuando los funcionarios del gobierno y efectivos de la Gendarmería Nacional fueron a negociar el fin de piquete, los revoltosos les recordaron el fracaso del Fondo de Reparación Histórica (una puesta en escena demagógica que prometió más de lo que logró) y les exigieron la realización urgente de obras de infraestructura, sosteniendo que de no hacerlo volverán a cortar rutas. Lo que se rumorea es que la agrupación Quebracho, protagonista habitual de las acciones violentas en la zona, estaría armando una empresa para ofrecer los servicios de desarrollo de infraestructura que la provincia requiere. La financiación de esta empresa provendría desde Bolivia.

Bolivia nos aspira

Hasta hace poco era muy común que los argentinos cruzaran la frontera internacional argentino-boliviana para adquirir ciertos productos a precios más convenientes que en Argentina. Hoy en día, sin embargo, esta situación se ha revertido. Debido a la devaluación que padecemos, el peso boliviano vale actualmente más que el peso argentino. Eso significa que los bolivianos, con su dinero, pueden comprarnos a nosotros todo lo que ellos necesiten por un precio más barato que el que se maneja en su país.  

Recuerdo haber ido de adolescente a Yacuiba junto a mis padres a hacer compras en la década de 1990. Con muy poco dinero, nos llevábamos bolsas y bolsas de ropa. Nos resultaba más barato. Ahora esto se ha invertido: los bolivianos son los que cada vez con más frecuencia programan los tours de compra. También el contrabando de Argentina hacia Bolivia se ha incrementado en un nivel insólito.  

¿Qué es lo que hace a Bolivia tan próspera que hoy en día nosotros estamos a su sombra? La economía en primer lugar. La explotación y la exportación de sus reservas gasíferas y petroleras se incrementó en los últimos diez años, aumentando también las regalías que le quedan al Estado boliviano (dado que el precio internacional de los combustibles aumentó, las compañías del sector energético consintieron aportarle más a Bolivia sin necesariamente menguar sus ganancias). El sector minero, basado en el litio,  y el sector agrario, basado en la soja y en la quinoa, también contribuyeron positivamente en la economía boliviana.

El dinero recaudado por el Estado boliviano sirvió para incentivar el consumo. Y a la hora de gastar en salud, seguridad o educación, Evo Morales decidió simplemente no hacerlo. Por eso, al día de hoy, los bolivianos siguen viajando a Argentina para recibir asistencia médica de calidad a un muy bajo precio (sólo pagan los gastos de su estadía), el país está colonizado por narcotraficantes que operan sin encontrar resistencia, y su población es aterradoramente inculta e ignorante.

La migración de argentinos a Bolivia quizás pueda llegar a ser un fenómeno positivo, dado que esa gente le aportaría a ese país una cuota de ilustración y conciencia cívica que los bolivianos no tienen. De todos modos, conciente el gobierno boliviano de que ello podría atentar contra la continuidad de su sistema demagógico, hacen todo lo posible para frenar la inmigración, justo lo contrario a lo que sucede en Argentina.

Kirchnerlandia

En enero de este año el diario El Tribuno de Salta dio a conocer el drama que estaban atravesando 17 familias argentinas en el departamento Santa Victoria, cuando el gobierno de Bolivia, interesado por el uranio y el torio, decidió reposicionar los mojones limítrofes para controlar el territorio que, en definitiva, les corresponde controlar.

Cuando la noticia llegó a la prensa nacional, el gobierno kirchnerista acusó al diario salteño de estar fabulando. No les importó que las familias que denunciaban haber sido desplazadas fuesen reales. ¿Para qué enemistarse con la “generosa” Bolivia por sólo un puñado de personas? ¿Acaso unos cuantos hombres y una cuantas mujeres que se sienten identificados con el celeste y blanco de la bandera nacional son más importante que el fraternal abrazo de Néstor Kirchner y Evo Morales que unió el destino de las dos naciones? ¿Sirve de algo escuchar a un grupo de argentinos que desobedecen al régimen kirchnerista por el minúsculo hecho de querer seguir siendo argentinos?

En El Tribuno de hoy salió una nota sobre un caserío en la ciudad de Salta, ubicado a la vera del 2100 de la Avenida Monseñor Tavella. La gente de allí dice no tener servicios básicos, sólo cloacas que se rebalsan cuando llueve. Como la zona no tiene nombre, algunos pensaron en bautizarla “Barrio Che Guevara”, pensando en la posibilidad de que un nombre puede hacer más tangible su existencia. Yo les sugiero a los vecinos de ese lugar que, en lugar de ponerle el nombre del infame filibustero, le pongan “Kirchnerlandia”. En cuanto circulen fotos del lugar que utiliza el “Santo Nombre de Néstor” en vano, los ciegos que gobiernan quizás vayan en su ayuda, quizás sientan vergüenza por primera vez en su vida. 

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