En Salta ocurrió hace unos meses
que un Juez de Familia, el Doctor Víctor Soria, intentó salvarle la vida a un niño inocente. Al final, lamentablemente, el niño fue ejecutado en Buenos
Aires.
Ese episodio desató la furia de
los grupos progrecínicos en general, y de las hembristas en particular, quienes
embistieron en contra del Juez y pidieron su destitución. Les molestaba que el
funcionario del Poder Judicial estuviese en contra de permitir un asesinato a
sangre fría. Al final primó la cordura, y el Jurado de Enjuciamiento de Magistrados de Salta confirmó a Soria en su cargo. Santiago Godoy, miembro de
ese jurado y Diputado Provincial por el PJ, se quedó con la sangre en el ojo,
así que decidió promover una cruzada parlamentaria con la que se busca imponer
en Salta el protocolo nacional para realizar abortos no punibles, lo que
equivale a legalizar bajo el poncho al aborto (ya que, gracias a ese engendro
perverso, una mujer embarazada puede ir hasta a un hospital, inventar que fue
violada, y mandar al limbo al hijo que engendró, todo de manera legal y
gratuita).
Godoy suma adhesiones dentro del
PJ, que además del partido de los homosexuales quiere convertirse ahora en el
partido de las abortistas (a veces me pregunto que pensaría el General Perón al
ver en lo que se ha convertido el movimiento que fundó). Por suerte para Salta
aún quedan hombres con conciencia social y amor cristiano entre sus
legisladores: Alejandro Nieva, levantando la bandera de Salta Somos Todos,
propuso que en la provincia nuestros legisladores (especialmente los nacionales) se manifiesten abiertamente en consonancia con la opinión del pueblo, es decir a favor de la vida y en contra de cualquier tipo de proyecto
abortista que quiera legalizar el genocidio en nuestro país. Esperemos que la
casta politiquera provincial no finja la sordera que normalmente finge en estos
casos: no hay que permitir el genocidio.
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