sábado, 10 de mayo de 2014

Militares y militantes

Los oficialistas Mario Ishii y Alejandro Granados se mostraron a favor de la idea de que el Servicio Militar Obligatorio sea reinstaurado en la República Argentina. Los también oficialistas Oscar Parrilli y Agustín Rossi rechazaron enfáticamente esa idea. ¿A qué se debe esta oposición? 

Creo que la respuesta es obvia: Ishii y Granados son más argentinos que oficialistas, contrariamente a lo que sucede con Parrilli y Rossi. Que no se me malinterprete: no estoy diciendo que no se pueda ser argentino “y” oficialista, lo que estoy diciendo es que se puede querer el bien común más que el bien propio y viceversa.

Un motivo inconfesado por los kirchneristas para oponerse con tanta vehemencia al ingreso de los jóvenes “ni-ni” a la institución que hoy en día comanda el fiel oficialista César Milani es porque no quieren competencia. Es decir hay tanto temor de que retorne la colimba porque ello significaría que la política se quedaría sin sus clientes: con militares no habría militantes. 

Si uno observa de cerca la organización de agrupaciones políticas como el Movimiento Evita, La Cámpora, etc. notará que están llenas de colimbas, colimbas que cumplen órdenes sin cuestionarlas, que juran defender con la vida un ideal y que están predispuestos a ejecutar las tareas más indignas e indignantes con total orgullo (tareas como, por ejemplo, asistir a un acto oficial o fraguar una urna el día de la votación). 

La primera gran diferencia entre estos “militantes” y los conscriptos es que su colimba no dura uno o dos años, sino que se dilata en el tiempo y termina por taponearle el acceso a puestos públicos (permanentes, temporales o incluso en forma de pasantías) a un montón de jóvenes que, por capacidad y esfuerzo real, merecen estar allí donde ya está otro.   

La otra gran diferencia es que mientras los conscriptos no mandan sobre nadie, los colimbas políticos, en cambio, mandan sobre los “ni-ni”. El militante, con unos cuantos porros de marihuana en el bolsillo, puede conseguir apoyo “para el Modelo”. Pero para que ello suceda es preciso, antes, que exista alguien a quien modelar y no alguien ya modelado según el espíritu de grandeza en que se formaron los nobles militares de nuestro país.  

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