viernes, 9 de mayo de 2014

Ishii: una voz en el desierto progresista

Ishii vistiendo y obsequiándole un
poncho salteño al Papa Francisco 
Se pueden hacer muchas lecturas sobre la propuesta de Mario Ishii (hombre del Senado de la Provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria) para que vuelva el Servicio Militar Obligatorio, sin embargo, por lo pronto, me interesa sólo una: la necesidad de reinstaurar el SMO para que funcione como complemento educativo y como contenedor social.

Muchos kirchneristas se oponen a Ishii, sosteniendo que para la Generación Ni-Ni existe el Plan Progresar, el cual no es otra cosa más que un subsidio que se les da a los jóvenes de entre 18 y 24 años para que se inscriban en las universidades o en los institutos terciarios, o para que financien sus estudios destinados a obtener el título del secundario o del primario si aún no lo obtuvieron. 

El gran problema del Plan Progresar es que tiene por propósito arrojar a centenas de miles (o quizás a millones) de jóvenes a las fauces de una educación de pésima calidad, pues del otro lado esos jóvenes tienen a un mercado laboral que sólo puede ofrecerles o un puñado de trabajos que no dignifican o el más puro y triste desempleo. Que la idea del SMO gane cada día más apoyo es síntoma de eso: si la escuela no hace nada para civilizar y culturizar, si el trabajo formal es tan escaso que se ha convertido en un privilegio y no en un derecho, entonces alguien tiene que tapar los huecos por donde se escurre la nación. 

El SMO tiene esa virtud: educa en valores y enseña autonomía y solidaridad. La disciplina militar, que emana del orden y de la jerarquía, no pretende formar hombres obedientes sino que busca constituir hombres respetuosos, organizados y autosuficientes. La escuela y el trabajo apuntan hacia lo mismo, sin embargo al ser menos explícitos en sus prácticas hay más espacio para el desvío e, incluso, la pérdida total de sus objetivos básicos. 

Por tanto creo yo que la discusión no es si conviene o no conviene recuperar el SMO: la verdadera discusión es qué clase de SMO queremos recuperar, ¿uno que se asemeje a aquella gloriosa institución que formó a muchísimos de los argentinos más ilustres? ¿o uno que sea fiel reflejo de nuestro país estéril y espiritualmente castrado?

No hay comentarios:

Publicar un comentario