Hace unos días Alfredo Olmedo
asistió como invitado al programa Intratables
de América. Mientras hablaba acerca de qué es lo que se debería de hacer con
los presos en este país, lo interrumpió un tal Leandro Santoro, un militante de
la UCR que tiene buenas relaciones con el gobierno kirchnerista. Él se presentó como docente
universitario y comentó que trabaja en las cárceles. Afirmó que para un
presidiario que ha cumplido su sentencia resulta muy difícil la reinserción
social, debido a que cada vez que va a pedir trabajo en algún lugar, sus
posibles empleadores normalmente lo rechazan.
Olmedo sostuvo que el preso,
mientras está encerrado, debe obligatoriamente trabajar y estudiar (y no de
manera optativa como sucede ahora). La idea es simple: el que va a la cárcel no
lo hace para gozar de vacaciones pagas, va para cambiar su mentalidad, para
comprender el valor sagrado del trabajo, para experimentar la vergüenza. Santoro
juzgó que todo eso era contrario a la doctrina de los DDHH y que no había que
estigmatizar a los delincuentes condenados.
La persona estigmatizada por
haber sido un delincuente recibe ese castigo social por sus propios méritos. El
delincuente no nació delincuente, eligió ejercer el delito. Es responsable de
sus actos. La cárcel, mientras tenga reinsertadores como Santoro, no sirve. El
que trabaja en la cárcel con los presos debe inculcarle los valores que el
preso no tiene. Así cuando el delincuente sale a la calle y le cierran puertas
por su pasado, mantendrá la frente en alto y saldrá a rebuscárselas para sobrevivir sin jamás reincidir en el delito, porque cualquier cosa es más digna para ganarse la vida
que robar, amenazar y matar.
La cárcel de hoy no sirve porque
es una escuela de delincuentes. Debe ser escuela de ciudadanos: el Evangelio y
el Martín Fierro deberían convertirse
en los dos libros de cabecera de todo aquel que alguna vez estuvo en un penal.
Así el día de mañana los empleadores andarán desesperados por contratar a un
ex-presidiario, ya que éste, convertido en una persona con valores, será
ejemplo de sacrificio, esfuerzo y entrega.
Un pelotudo importante el tal Santoro. Tipico politico argentino.
ResponderEliminarMientras Santoro se ocupe de los presos, las cárceles serán más inútiles que un chupetín con gusto a pito.
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