Circo clausurado
Un megaoperativo encabezado por la AFIP en Orán dejó al descubierto el lamentable estado en el que la corrupta dirigencia
política ha sumergido al norte salteño. Acompañada por la Policía Federal y por la Policía de Seguridad
Aeroportuaria, la Administración
Federal de Ingresos Públicos allanó una veintena de
edificios, entre los que se incluían discotecas, radios FM, domicilios
particulares y prostíbulos disfrazados de karaokes. Las irregularidades fueron
incontables: la mayoría de los locales investigados no tenían comprobantes de
facturación, ni el CUIT activo, ni registro alguno de haber presentado las
correspondientes declaraciones juradas. Estaban fuera del sistema fiscal,
evadiendo impuestos en cifras millonarias, y sin interés alguno de garantizar
las condiciones mínimas de seguridad ciudadana ni de higiene pública –puesto
que eran ajenos a las inspecciones municipales.
Junto a la emboscada a los
empresarios que, a través de discotecas y radios, explotan la diversión
nocturna sin retribuirle casi nada al Estado, se visibilizó –al menos
tenuemente– al gigantesco negocio de venta de drogas ilegales y prostitución
que funciona en Orán.
El día después o el preocupante ahora
Roberto Meri, suegro del
Senador Provincial Pablo González, fue el principal perjudicado por la acción
estatal. Este sujeto manifestó que le desagradó “el circo” montado para realizar los operativos: es que durante la noche de la razzia, la ciudad de
Orán se encontró militarizada por la enorme cantidad de vehículos policiales y
efectivos de las Fuerzas de Seguridad que cortaron calles y ocuparon edificios
en horas de la madrugada. Dado que la zona se encuentra clasificada como
“peligrosa”, los policías optaron por ir lo suficientemente equipados para
entrar en acción si encontraban algún tipo de resistencia armada.
Pero Meri no fue el único
afectado. Entre los otros que tuvieron que tolerar el control sorpresivo de la AFIP se encontraba Marcelo Astún, actual Diputado Provincial por Orán y socio de su hermano Gustavo,
empresario del rubro de la diversión nocturna en el norte salteño.
Transcurrido el vendaval, el
Partido Obrero elevó un pedido de informes en el Concejo Deliberante oranense
para que se explique cómo es que las discotecas cuentan con habilitación para
funcionar pese a ser incapaces de aprobar los controles de Defensa Civil, y para
que se indique cuánto dinero municipal va a parar como pauta oficial a las
arcas de las radios investigadas por la AFIP.
Lo que se sospecha es, incluso, que gracias a la diversión
nocturna oranense habría un mecanismo de lavado de activos, a través del cual
el dinero del tráfico de drogas, del tráfico de armas, del tráfico de animales
y del contrabando comercial se legalizaría para circular sin problemas dentro
del país.
Astún y/o Lara Gros
Marcelo Astún declaró que la AFIP llegó hasta él como
parte de una venganza por haber denunciado que el Mercado de Abasto de Orán evade millones de pesos diariamente, gracias a que estaría articulado con el negocio
de los bagayeros (trabajadores que pasan mercadería a pie a través del límite
argentino-boliviano).
Esta denuncia de Astún no es
más que un tiro por elevación al Intendente de Orán, Marcelo Lara Gros
–personaje al que se alió circunstancialmente en 2013 por ser ambos
oficialistas, pero contra quien mantiene una vieja lucha por el poder. En
efecto, después de mucho batallar, Lara Gros consiguió tejer una alianza con los bagayeros, que resulta muy beneficiosa para ambos.
El escenario en Orán,
entonces, se vislumbra como patético: de un lado Astún y su vínculo con el
sospechoso mundo de la diversión nocturna, y del otro lado Lara Gros y su pacto
con los que se aprovechan de los agujeros fronterizos. En el medio, el
ciudadano oranense que carece de trabajo legítimo y se ve acosado por la droga,
la prostitución y la delincuencia (marginal y de cuello blanco).
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