El
Caso D’Auria es otro de esos episodios realmente vergonzosos de la política
argentina. Un Diputado Provincial capturado con cocaína y marihuana es prueba
de la decadencia nacional: ¿cómo es posible que un sujeto así sea un gobernante
que determina el destino de la gente honesta?
La educación en tiempos del kirchnerismo |
Ciertamente
todo es muy sospechoso en este tema. Al principio se dijo que D’Auria
transportaba 50 kilos de cocaína, luego se determinó que en realidad poseía
unos 60 gramos
de cocaína y casi otros 70 de marihuana. En unos días el Diputado Provincial
pasó para la prensa de ser un vil narco a un adicto que merece compasión. Por
supuesto que D’Auria no acepta ni una ni otra etiqueta, y acusa a miembros
del Partido Justicialista de estar complotados con la Gendarmería Nacional
para perjudicarlo. Sea como sea, cualquiera de las tres opciones me parecen
aberrantes: el narcopolítico no es una novedad en Salta (recordemos a Luís
Arturo Cifre, Ernesto Aparicio o Ulises Durán entre tantos otros) y tampoco lo
son los políticos adictos (a las drogas ilegales, al alcohol, al juego, a las
mujeres, etc., v. gr. Carlos Villalba); y la conspiración, las populares “camas”
diseñadas para acostar alguien, también son una penosa realidad en nuestra
provincia. Ninguna de las tres cosas merecemos los salteños.
Si
D’Auria es inocente como dice ser, lo primero que debería hacer es realizarse una rinoscopia y publicitar sus resultados. Desde hace semanas vengo hablando
sobre la transparencia como el eje de la Revolución Amarilla
que los salteños podemos poner en marcha en 2015. Dicha transparencia no rige sólo
para el Estado y sus finanzas, rige también para todos los que lo administran.
Si D’Auria es un adicto (60
gramos de cocaína es una cantidad que, fácilmente, dota
de una dosis a 30 consumidores ocasionales) el pueblo tiene derecho a saberlo,
como también tiene derecho de saberlo en relación al resto de los políticos
argentinos. Y si el sujeto es, en efecto, un adicto, lo mínimo que puede hacer
es pedirle disculpas a la gente de Metán y de toda Salta.
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