domingo, 20 de noviembre de 2016

Prohibido prohibir

En el marco del debate sobre la prohibición de las carreras de galgos, Alfredo Olmedo dijo algo elemental, que en un país sumergido en el palurdismo como el nuestro antes era de conocimiento público y hoy suena a un discurso insólito: la esencia del Congreso de la Nación no es la de inventar prohibiciones sobre las tradiciones nacionales.  

En un país donde el asado es uno de los platos nacionales, se avanza con la prohibición de la carreras de galgos (usando el lema #StopGalgueros, si, "stop", así en inglés) y con la prohibición de la riña de gallos (legales hasta hace poco en Tucumán). Si se sigue por esa vía -y los animalistas pretenden hacerlo- en poco tiempo prohibirán los espectáculos de doma de caballos y al pato, nuestro deporte nacional. Y más tarde será delito comer vaca, pollo o pescado. Pero seguramente resultará legal el canibalismo. 

Como parte de la castración espiritual que es impulsada en la Argentina contemporánea, los animales deben ahora correr libres, mientras nosotros -al prohibir y/o perder nuestras tradiciones, nuestro idioma, nuestros alimentos, nuestras decisiones- debemos devenir esclavos. 


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