jueves, 10 de abril de 2014

El Estado ausente


Consultado por una radio acerca del fenómeno de los linchamientos, 
Olmedo explicó que es una "explosión de la sociedad" ante la falta de justicia y la repetición de los hechos delictivos. "El delincuente tiene garantizada la libertad, la justicia tiene que actuar por sentido común”, manifestó el salteño.
Lo que el Diputado Nacional (MC) señaló es lo que Sergio Massa había denominado "la ausencia de Estado". Jorge Capitanich le contestó indicando que el Estado no está ausente en nuestra sociedad, porque día a día lleva a cabo una serie de políticas de inclusión. Pareciera ser que Capitanich no escuchó lo que Massa y Olmedo dijeron, porque respondió algo que no se conecta con lo vertido.

Es decir, tanto Massa como Olmedo hablan del castigo: en Argentina, con tanta defensa de los Derechos Humanos, el castigo a los crímenes de los delincuentes se ha vuelto banal. Los malandras entran y salen de las cárceles y las comisarías, y no paran nunca de delinquir hasta que están bajo tierra. Ante esta realidad tan penosa, Capitanich sostiene que el Estado está trabajando para darle al delincuente vivienda, trabajo, educación y salud (aunque toda ella sea de pésima calidad). Se entiende, entonces, que hay dos discursos que hablan de cosas diferentes. 

Yo, en lo personal, coincido formalmente con ambos discursos: a la gente se le debe dar acceso al goce de sus derechos fundamentales, al mismo tiempo que se debe castigar severamente a aquellos que han decidido romper el orden y la paz social.   

Ahora bien, en el caso concreto de los linchamientos creo que éstos se producen, efectivamente, por una ausencia de Estado. El Estado no está allí para salvar al ciudadano que ha optado por devenir un delincuente, por tanto es normal que la gente explote de bronca e indignación, y aproveche para hacer la justicia que sabe que no se hará después. 

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